Daniel Escandell Montiel (Universidad de Salamanca)
Montoya, Jesús y Ángel Esteban (eds.). Imágenes de la tecnología y la globalización en las narrativas hispánicas. Iberoamericana-Vervuert. 2013. 284 pág. 24€ |
El libro que ahora nos ocupa, Imágenes de la tecnología y la globalización en las narrativas hispánicas, que firman como editores Jesús Montoya y Ángel Esteban, aborda un tema que resulta de relevancia capital en los estudios contemporáneos de literatura: todas las formas de expresión literaria están viéndose afectadas, de una forma u otra, por la presencia de lo tecnológico. Esta influencia es palpable en la obra misma, sí, pero también en los procesos industriales asociados al mercado libresco, desde la concepción misma del original hasta la difusión de la obra. Se trata, por tanto, de una doble vertiente de influencia resultado lógico de la tecnificación digital del mundo, un proceso de reindustrialización que deja de lado la tuerca física para pasar al byte como eje de ordenación del cambio en el que llevamos ya no pocos años sumergidos.
La propuesta del libro de Montoya y Esteban pasa, precisamente, por abordar los mecanismos de este proceso de influencia y los resultados palpables en las narrativas hispánicas. O la narrativa hispánica, pues precisamente una de las consecuencias más evidentes de la era de las comunicaciones es que las fronteras tradicionales se desdibujan cuando el movimiento de la información y el conocimiento ya no conoce de límites sobre mapas ni de obstáculos orográficos.
Imágenes de la tecnología y la globalización en las narrativas hispánicas es un libro de artículos que acusa mucho la diversidad de las aportaciones a su conjunto. No vamos a iniciar el repaso de sus textos por la primera parte del libro, que traza una perspectiva teórica muy necesaria y consolidada en su conjunto general, sino por el que es el tercer capítulo, pues se centra en la figura de Doménico Chiappe: por un lado, Daniel Mesa aporta un artículo centrado en la fundamental Tierra de extracción, novela multimedia de Chiappe que formó parte de la antología ELC2 de la Electronic Literature Organization; por otro, es Chiappe quien firma un artículo sobre literatura contemporánea que resulta claramente enriquecido por su doble vertiente como autor y teórico del medio. La lectura no necesariamente en paralelo, pero sí próxima, de ambas aportaciones resulta enriquecedora y nos recuerda que tenemos la suerte de que varios de los autores que cultivaban la vertiente digital de la literatura hispánica ejercen un importante papel como teóricos de sus propias (y otras) obras: además de Chiappe podemos destacar el trabajo que en otros libros, revistas, etc., han aportado autores como Eugenio Tisselli, Cristina Rivera Garza, Belén Gache o Hernán Casciari, entre muchos otros.
El texto de Chiappe aporta reflexiones interesantes como el concepto del “lector Wii” (2013: 278-279) como parte de una tipología de nuevos lectores, si bien es justo señalar que —como se indica en el libro— este texto surge de una conferencia impartida por el autor y carece de bibliografía, algo que podría haber enriquecido sensiblemente sus aportaciones. Algo similar sucede, en este sentido, con el artículo de Jorge Carrión (61-71), que aunque sí aporta bibliografía no incluye referencias explícitas en las citas que aporta a lo largo del texto. Regresando al texto de Chiappe, su origen eminentemente oral hace que su lectura sea ágil, pero muchos de los conceptos que arroja se podrían haber beneficiado de una mayor extensión, en particular si el lector no está familiarizado con las líneas de pensamiento de Chiappe. El texto previo, de Mesa, permite una aproximación a su obra y a partir de ella se desarrollan diversas cuestiones sobre sus teorizaciones, aunque creemos que el lector con más curiosidad sentirá la necesidad de buscar textos adicionales; en tal caso, es siempre grato recordar que la web personal de Chiappe <http://www.domenicochiappe.com> incluye varios textos teóricos que pueden dar respuesta a la búsqueda de más información que el lector inquieto pueda tener.
Comentadas estas cuestiones, tan centradas en una figura única, es el momento de referirnos al primer apartado del libro, titulado “Pautas culturales en la última narrativa en español”. Este se abre con cuatro aportaciones muy relevantes de Noguerol, Mora, Carrión y Ferré. El primero de estos artículos es el de Francisca Noguerol que retoma su línea teórica del Barroco frío y ejerce con eficiencia su labor de abrir el texto al lector tras el prólogo firmado por Montoya y Esteban. La perspectiva inicial de las primeras páginas permite una aproximación suficiente al lector que quiera saber a qué se está enfrentando y cómo las novedades tecnológicas han influido en los procesos de escritura y la cultura del libro, por supuesto desde las tipografías hasta lo más actual. A través de las páginas, por tanto, Noguerol describe ese barroco frío como “exponente tanto de unas ambiciones escriturales como de una forma de enfrentarse al mundo” (22) y que se sustenta, según expone, en el simulacro, la simbiosis entre los rasgos humanistas y científicos, el realismo histérico y la fractalidad.
En esta primera parte del libro encontramos también el artículo de Vicente Luis Mora, titulado “Sujeto a réplica: el estatuto narrativo del sujeto palimpsesto y formas literarias de identidad digital” (33-60). Una de las claves principales del artículo es el planteamiento en torno a la construcción de la identidad, lo que lo sitúa en la misma línea de trabajos del investigador que ya leímos en Pangea y en El lectoespectador. Esta, desde luego, es una de cuestiones principales de la confrontación del usuario (y, por tanto, del autor) frente a internet. Como es habitual en los trabajos de Mora, este texto se beneficia de su conocimiento de la técnica, tanto la del mundo computerizado como la del mundo escritoautoral. Tanto este texto como el que de Noguerol son prolijos en fuentes, tanto por cantidad y calidad como por lo diverso de su origen: esto se enriquece con las aportaciones originales de ambos y ayudan a conformar una aproximación teórica necesaria, plural y resultante de una extensa exploración de las fuentes primarias y secundarias. Del texto de Mora bien vale la pena destacar su concepto de zombi digital como reflexión en torno a la presencia digital y que son “los perfiles de redes sociales como Facebook o Twitter que siguen activos a pesar de que sus propietarios han fallecido” (52) y que, como bien recoge con la ejemplificación de fuentes primarias, ha sido ya foco de varios autores. La telepresencia, la teleidentidad, es también preocupación por las huellas dejadas que, pese lo volátil del byte en la nube de datos, parece en ocasiones imposible de borrar.
El artículo de Jorge Carrión está escrito de manera ágil, pero ocasionalmente —como hemos señalado previamente— echamos en falta la presencia de referencias explícitas en sus citaciones; además, este artículo presenta un problema ortotipográfico recurrente: son abundantes las obras citadas que no aparecen marcadas con cursiva. Esto es muy palpable tras la lectura de los textos previos, ya que se percibe un claro cambio de tono. Esto no va en detrimento de la calidad de la contribución, pues Carrión aborda de manera certera la presencia palpable las huellas como símbolo de la tecnología normalizada en la literatura de finales del siglo XX y principios del XXI, no solo interliterariamente, sino también de forma exógena. “La televisión, Windows e Internet van a dibujar gran parte de las coordenadas principales que necesitamos para entender la literatura contemporánea” (63), afirma Carrión. Como en la mayoría de los textos que componen el libro, la pluralidad de obras abordadas es enorme y de un lado y otro del Atlántico, lo que refuerza la tesis del artículo —y del libro—, que no es sino la relevancia de la fuerte y creciente presencia e influencia de lo tecnológico-digital en la literatura hispánica.
Cualquier duda en este sentido que pudiera tener el lector se despeja, en cualquier caso, con los artículos que cierran este capítulo del libro y que firman Juan Francisco Ferré y Hugo Achugar, por ese orden. Ferré abre su artículo no solo a lo literario y cinematográfico, sino que dedica también un epígrafe a los videojuegos. Es esta una cuestión poco explorada en el libro, lo que hace más valiosa la aportación de Ferré, pues este medio de expresión artística, narrativa y lúdica tiene una presencia suficiente en el ámbito hispano (como ítem de estudio en sí mismo y como campo de influencia en otros) como para recibir atención en un libro como este, que orbita en torno a las presencias tecnológicas. Los videojuegos son un elemento social y cultural que influye ya en muchos autores y las notas que aporta Ferré (106-107) son una base necesaria para establecer unas líneas de trabajo que, sin duda, deberán explorarse en futuros trabajos. Su peso específico está destinado a crecer, tanto como industria independiente como elemento de influencia en la literatura de la misma manera que han tenido un impacto evidente en las demás formas de expresión audiovisual.
En la segunda parte del libro, bajo el título “Hibridez tecnológica, cultura de masas y poéticas del desplazamiento”, Jesús Montoya presenta un artículo centrado en El llanto, de César Aira, autor que ha sido abordado ya en los textos precedentes. En este caso, la obra de Aira es centro temático del estudio de Montoya y esto le permite concretar muchos de los planteamientos que se han presentado en la primera parte del libro. Por supuesto, no se trata de forma aislada, pero sí central para trazar una tradición que conduce hasta la fenomenología de la obra objetivo. Este artículo se lee mejor, sin duda, tras las reflexiones sobre el zapping de Jorge Carrión y la presencia de las pantallas en la literatura contemporánea.
Con las pantallas como expresión máxima de lo tecnológico, resultaba casi inevitable afrontar también la obra de Manuel Puig, labor que asume Virginia Capote en su artículo (171-187), que se nos hace un tanto breve por el objetivo que se propone de trazar una trayectoria de la obra de Puig desde la perspectiva de los medios de masas en sus textos. Boquitas pintadas y El beso de la mujer araña son dos pilares fundamentales de este artículo como muestras de hibridación de las textualidades del autor gracias a la influencia directa de lo audiovisual. También resultan breves, pero oportunamente directos, los artículos que cierran esta segunda parte del libro y que aportan reflexiones interesantes sobre la obra de Edmundo Paz Soldán, Gustavo Pérez Firmat y Junot Díaz. Esta parte del libro cierra con unas reflexiones personales de Gustavo Pérez Firmat (215-222), lo que, por supuesto, enlaza con esa tercera parte de la que decidimos hablar al principio centrada por entero en la obra de Chiappe.
No hay dudas, en definitiva, sobre lo necesario de un estudio como el que propone este libro. Los ocasionales puntos conflictivos que se pueden señalar en torno a las fluctuaciones de tono e intencionalidad entre las diferentes colaboraciones (tantas veces tan difíciles de consolidar y pactar homogéneamente) no oscurecen el resultado global ni, por supuesto, la línea de progresión que se consigue a lo largo del libro, desde las aportaciones iniciales que ayudan a constituir un aparato teórico en torno a la cuestión planteada, hasta las que cierran el volumen llevando el componente teórico al análisis de diversos casos concretos.
Bibliografía
Montoya, Jesús y Ángel Esteban (eds.) (2013). Imágenes de la tecnología y la globalización en las narrativas hispánicas. Madrid/Fráncfort: Iberoamericana-Vervuert.
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