A prop贸sito de Jos茅 Luis Brea: del archivo a la RAM

With Regard to Jose虂 Luis Brea: from Archives to RAM

Fernando Broncano[1] (Universidad Carlos III de Madrid)

Art铆culo recibido: 03-03-2014 | Art铆culo aceptado: 23-04-2014

ABSTRACT: The philosopher Jos茅 Luis Brea proposes a notion of memory spread around a network of connections, which reveals a conception of culture based on a RAM structure and contrary to the culture of archive. The underwent changes in the classification of disciplines caused by individual’s attitudes deriving from the new media hyperconnectivity environment will be reviewed here and the relevance in the present humanities of concepts such as exile, frontier and question without answer.
RESUMEN: En el siguiente texto se abordar谩 el impacto en la noci贸n de cultura de las transformaciones digitales y sus consecuencias en la recuperaci贸n del documento y de los datos. Partiendo del concepto 鈥淐ultura RAM鈥 acu帽ado por Jos茅 Luis Brea, se revisar谩n los cambios generados en la clasificaci贸n de las disciplinas desde la cultura de archivo a la RAM, destac谩ndose la importancia de la situaci贸n de exilio, frontera y la asunci贸n voluntaria de preguntas sin respuesta en las humanidades actuales, 铆ntimamente vinculadas a la hiperconectividad de los medios.

KEYWORDS: RAM culture, archive culture, hyperconnection, frontier, exile
PALABRAS CLAVE: cultura RAM, cultura de archivo, hiperconexi贸n, frontera, exilio

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1.

Jos茅 Luis Brea abre su provocador manifiesto Cultura_RAM (2007) con este diagn贸stico:

[鈥 la cultura mira ahora menos hacia el pasado (para asegurar su recuperabilidad, su transmisi贸n) y m谩s hacia el presente y su 鈥減rocesamiento鈥. Menos hacia la conservaci贸n garantizada de los patrimonios y los saberes acumulados a lo largo del tiempo, de la historia, y m谩s hacia la gesti贸n heur铆stica de 鈥渘uevo conocimiento鈥. (2007: 13)

No habr铆a mayor problema en admitir este juicio como una observaci贸n sobre las tendencias contempor谩neas en unos cuantos 谩mbitos de la cultura y las humanidades si no se apoyase en una afirmaci贸n de mayor calado:

[鈥 el tipo de memoria que produce la cultura no es tanto una de archivo (y back-up, una 鈥渕emoria de disco duro鈥 para entendernos, ROM en la jerga inform谩tica), sino m谩s bien, y sobre todo, una 鈥渕emoria de proceso鈥, de interconexi贸n activa y productiva de los datos [鈥 una 鈥渕emoria red鈥 y no m谩s una 鈥渕emoria documento鈥; una 鈥渕emoria constelaci贸n鈥, f谩brica, y no m谩s una memoria consigna, 鈥渁lmac茅n鈥. (2007: 13)

Que la cultura produzca un tipo de memoria es algo que, le铆do sin demasiada atenci贸n, uno podr铆a pasar por alto, pero que, en una segunda lectura, activa todas las alarmas metaf铆sicas. No puede estar refiri茅ndose Brea por 鈥渕emoria鈥 a las entradas caracter铆sticas que se帽ala la RAE para el t茅rmino sino, m谩s bien, meton铆micamente, a un componente de la propia cultura; a saber, a las pr谩cticas de acceso a la informaci贸n que tendr铆an que ver con reutilizar lo grabado, lo recordado, lo escrito y guardado de alg煤n modo y que, por serlo, constituye un trasfondo para la investigaci贸n y creaci贸n cultural. La 鈥渕emoria鈥 denotar铆a el conjunto de nuestras pr谩cticas de uso de la informaci贸n colectivamente disponible almacenada artificialmente.

Nos referimos as铆 a un 鈥渆ntorno鈥 t茅cnico o artificial ordenado. Prioritariamente al almacenaje de informaci贸n a diferencia de los entornos naturales que, por su condici贸n hist贸rica, son ya depositarios y fuentes de informaci贸n, como los estratos geol贸gicos, los f贸siles, las ruinas y, en un sentido mucho m谩s lato, de todo entorno en el que la informaci贸n est茅 contenida en los procesos y regularidades (naturales o sociales) que lo conforman. De este modo, es posible entender un entorno artificial como mediaci贸n que afecta constitutivamente a las pr谩cticas de memoria y de creaci贸n cultural (Hayles 2005: 35 y ss.).

驴Qu茅 es lo que nos compete a quienes nos ocupamos de interpretar las se帽ales y direcciones que aparecen en el horizonte de expectativas de nuestra cultura? Ha proliferado en los 煤ltimos a帽os una cultura que he denominado del 鈥渢engo un iPad鈥 como signo de distinci贸n y modernidad. Se anuncia en estos discursos una presunta transformaci贸n radical asociada al medio digital que barrer铆a las teor铆as est茅ticas, 茅ticas, epistemol贸gicas y metaf铆sicas anteriores. Habr铆a ocurrido la revoluci贸n de la virtualidad y de lo imagin铆stico que habr铆a dejado obsoleto toda la cultura del texto y contexto, tal como la hemos aprendido de nuestros maestros post-estructuralistas.

No dir茅 que no haya transformaciones ligadas a la ubicuidad de las pantallas en nuestras vidas, ni tampoco de la importancia de la visualidad en las formas de pensamiento e imaginaci贸n. Pero me resulta improbable que tengamos la capacidad de decidir cu谩nto hay de revoluci贸n y cu谩nto de cambio parsimonioso en lo que ocurre en la cultura. No nos es dado anticipar los cambios, a menos que nos limitemos a repetir las expectativas y planes comerciales de las s煤per multinacionales de lo digital. Tal vez nos sea dado acaso dejarnos llevar por la fenomenolog铆a y quiz谩 describir ciertas caracter铆sticas de los entornos tecnol贸gicos y de c贸mo pueden interactuar con nuestras pr谩cticas establecidas. Es cierto que nacen nuevas posibilidades de transformaci贸n y quiz谩 nuevas reglas y normas vinculadas a c贸mo se producen y desarrollan las propiedades de estos entornos. Pero estamos instalados ya en una tr谩gica elecci贸n entre la actitud cr铆tica adorniana de quienes sospechan que toda posibilidad abierta no es m谩s que una nueva modalidad del fetichismo de la mercanc铆a, que todo lo convierte en bien de consumo, y una cierta piedad benjaminiana frente a las pr谩cticas y resignificaciones de los nuevos entornos por parte de los sujetos subalternos. Entre el elitismo cr铆tico y la etnograf铆a de las pr谩cticas de reapropiaci贸n, el examen de los nuevos entornos se convierte en una tarea de extra帽amiento de nuestro nuevo h谩bitat informacional para reubicarnos en lo que sigue siendo la tarea de estar dentro y fuera de la cultura como productores y como cr铆ticos radicales.

2.

Hace algunos a帽os, paseando con unos amigos por la Calle Toro de Salamanca, nos encontramos frente a una enorme manifestaci贸n que se nos ven铆a encima desde el arco de la Plaza Mayor. Miles de salmantinos hab铆an salido de sus casas para expresar su indignaci贸n porque el gobierno pretend铆a devolver a Catalu帽a ciertos documentos originales que hab铆an sido expropiados por el ej茅rcito franquista y depositados en un archivo policial que termin贸 convirti茅ndose en Archivo de la Guerra Civil. No me he repuesto desde entonces de la sorpresa causada porque una multitud reivindicase como se帽a de identidad la autenticidad de los objetos de un archivo contra la supuesta inautenticidad de las copias t茅cnicamente reproducidas. El archivo de la Calle Gibraltar, rebautizada un poco m谩s tarde como Calle del Expolio para dejar constancia hist贸rica de aquella reivindicaci贸n, hab铆a sido un lugar misterioso durante mi 茅poca de estudiante, un lugar de dif铆cil acceso donde se guardaba un material no carente de aura entonces: cartas, carteles, certificados, registros oficiales de un tiempo y una cultura prohibidos que nos atra铆a con una fuerza simb贸lica nacida en la distancia que crea, sostiene Walter Benjamin, la continuidad de la tradici贸n y la singularidad esencial de un objeto que se ha preservado desde el momento de su creaci贸n 鈥斺渆l aura es la aparici贸n irrepetible de una lejan铆a por cercana que 茅sta pueda hallarse鈥 (Benjamin 2008: 16)鈥. Quienes por entonces entraban en aquel templo lo hac铆an con muchas dificultades (eran tiempos de dictadura), siempre bajo vigilancia y sospecha, con aquel silencio que se reserva para los lugares y tiempos sacros. Era un lugar que la ciudad ignoraba o tem铆a. A帽os despu茅s habr铆a de convertirse en se帽a de identidad de la urbe 鈥減or derecho de conquista鈥, hab铆a argumentado un conocido escritor e intelectual. La manifestaci贸n contra la disoluci贸n del archivo, me di cuenta m谩s tarde, signific贸 la conciencia de una ciudad de provincias de estar siendo empujada por la fuerza en un nuevo siglo que no acababa de entender y le produc铆a tanta irritaci贸n como angustia.

Sostiene Derrida:

Todo archivo es a la vez 鈥渋nstituyente鈥 y 鈥渃onservador鈥. Revolucionario y tradicional. Archivo 鈥渆co-n贸mico鈥 en este doble sentido: guarda, pone en reserva, ahorra, mas de un modo no natural, es decir, haciendo la ley [nomos] o haciendo respetar la ley. [鈥 tiene fuerza de ley, de una ley que es la de la casa [oikos] como lugar, domicilio, familia, linaje o instituci贸n. (1997: 15)

El aura del documento adquiere en esta econom铆a la fuerza legitimadora de lo aut茅ntico que preserva la identidad, pues la cultura y memoria de archivo es esencialmente una cultura de identidad. Se archivan, preservan y recuerdan registros de un tiempo pasado que adquieren calidad de evidencia debido a su pretensi贸n de autenticidad. Se convierten de este modo en el soporte jur铆dico y epistemol贸gico de una trayectoria singular de la que se cuida la narrativa hist贸rica respaldada por la objetividad que confiere la autenticidad del documento. El aura del documento archivado contribuye a legitimar la narrativa que, de este modo, se convierte en soporte de un reclamo de identidad. Corresponde a la Historia, como disciplina especializada en la divisi贸n social del trabajo cognitivo, el ser garante y registrador de la propiedad de esta singularidad como reserva normativa de la comunidad.

La hermen茅utica cl谩sica representa la actitud y la metodolog铆a con la que el registrador y lector del archivo se enfrenta a su tarea de recuperador de la evidencia que ha de soportar la identidad. La hermen茅utica busca la imposible fusi贸n de dos horizontes en los que se entrecruzan ortogonalmente el eje de la distancia temporal y el de la distancia entre contextos. El registrador y lector de archivos sabe que se deposita sobre 茅l una autoridad instituyente, que le ha sido conferida por la comunidad para administrar una econom铆a informacional sin la que la identidad estar铆a en peligro. Pero su autoridad se sustenta sobre una base inestable. Es, por un lado, lector, y por ello recreador de textos o vestigios que existen s贸lo por otros textos y vestigios en un espacio de confrontaciones. Por otro lado, es lector de cierta clase de inscripciones que constituyen la memoria extendida de su comunidad. Habr谩 de poseer la habilidad de un t茅cnico y no la de un int茅rprete, pues 鈥渘o hay archivo sin un lugar de consignaci贸n, sin una t茅cnica de repetici贸n y sin una cierta exterioridad. Ning煤n archivo sin afuera鈥 (Derrida 1997: 19). Este afuera es el que hace de la t茅cnica un elemento constructor de identidades. La inscripci贸n y registro y los dispositivos de conservaci贸n configuran tanto como el contenido que portan la f谩brica de la identidad. La religi贸n y el estado fueron en alg煤n momento herederas del registro del libro. Los cuerpos de legislaci贸n y de doctrina, el registro de bienes y fieles, fueron encomendados a los dispositivos de archivo, registro e interpretaci贸n y rodeados de estrictas leyes para su lectura. La primera fuente de la autoridad es la del lector de archivos. No podemos olvidar que la guerra civil europea del XVI naci贸 de un desacuerdo sustancial sobre la autoridad del lector de archivos. Quien puede leer, traducir e interpretar el libro es algo que la sociedad guarda como sustrato sobre el que crece su identidad.

Al mismo tiempo, los 鈥渁fueras鈥 de la memoria que constituyen los dispositivos de archivo se convierten en productoras de identidad. No solo preservan, sino que crean identidades. En este sentido, la Cultura_RAM es productora de identidades. La inscripci贸n y el acceso masivos, hol铆sticos, desordenados, conforman nuevos espacios de g茅nesis de identidades pr谩cticas superpuestas a las de archivo tradicionales, basadas en las inscripciones legales de identidad como el nombre, el pasaporte, la pertenencia a un territorio, lenguaje o historia. No debemos despreciar la fuerza de la identidad, quiz谩 la 煤ltima capaz de movilizar a las masas en el siglo en que vivimos, un tiempo neorrom谩ntico en el que la ola unificadora del capitalismo cultural activa formas nuevas de nostalgia de lo que podr铆a ser una existencia aut茅ntica, pero tambi茅n un tiempo en que se hacen visibles las rupturas de la promesa que la hermen茅utica representaba como garant铆a de identidad. El tiempo de la memoria aleatoria genera identidades sin historia normalizada, donde la pertenencia no se sostiene necesariamente por la tradici贸n compartida, sino por los h谩bitos de acceso y forrajeo del material de archivo.

3.

鈥淩ecordadlo todo, grabadlo todo, preservarlo todo, cruzadlo todo鈥

La vocaci贸n de los dispositivos de archivo de la Cultura_RAM es la presencia interminable. A diferencia de las pr谩cticas de archivo que implicaban instituciones especializadas en la selecci贸n de lo que merec铆a ser recordado, y por ello en la normalizaci贸n e imposici贸n de categor铆as clasificatorias, ahora la cultura exige la grabaci贸n sin l铆mites, la preservaci贸n sin criterio, el almacenamiento indiscriminado. Por otra parte, en los archivos digitales la existencia se hace interminable. Las nuevas leyes imponen la conservaci贸n de ilimitados registros, de n煤meros marcados, de im谩genes que millones de c谩maras ubicuas capturan de no importa qu茅 nimios actos de la vida de quienes se ponen bajo su alcance, de fotograf铆as, textos y mensajes. En los circuitos electr贸nicos todo coexiste sin marcadores de relevancia, sin 铆ndices de contenido, sin recuerdos emocionales.

La mera intenci贸n de no ser grabado, de no dejar una huella electr贸nica en el acto comercial, llamada o conexi贸n, en el simple errar por la ciudad es mirada con suspicacia. El ser accesible en el inmenso almac茅n es la forma admisible de existencia, pues la econom铆a y la sociedad se han configurado ya como sistemas de acceso a la biblioteca interminable de datos.

La ciencia social de la cultura de archivo fue la estad铆stica, un instrumento que ordena clasificaciones basadas en marcadores cuantitativos impuestos previamente como caracter铆sticas definidoras de identidad o acci贸n: edades, fechas, propiedades, gastos, medidas. La estad铆stica presupone el registro organizado para generar nuevas clasificaciones y normalizaciones. A la edad del archivo corresponde una ciencia medida y evaluada por las estad铆sticas de las citas como indicador de reconocimiento. Al registro universal le corresponde la ciencia de la 鈥渕iner铆a de datos鈥, en la que el saber nace del entrecruzamiento productivo de rasgos y caracter铆sticas heterog茅neas, que no han sido registrados propiamente para ese fin. Estos cruzamientos son por naturaleza hol铆sticos e indeterminados. Del cruce de datos sobre compras de naranjas en los supermercados con los viajes organizados por el Volga emerge el perfil de un individuo que se crea en esa mezcla de lo heterog茅neo, pero que adquiere una dimensi贸n de utilidad imprevisible antes de la uni贸n de los registros. Es la improbabilidad lo que convierte al nuevo ente en mercanc铆a. La miner铆a de datos pone en cuesti贸n los viejos m茅todos de la sociolog铆a, pues los registros que producen el conocimiento ya no nacen de las normalizaciones que hab铆an sido creadas para gobernar las din谩micas de las clases que interesaban al poder basado en el archivo.

En las pr谩cticas art铆sticas ha ocurrido una transversalidad semejante. A la cultura basada en el culto al autor y la obra, ordenada en bibliotecas, museos, colecciones, historias del arte y la literatura y otros dispositivos normativos basados en la jerarqu铆a del gusto, le sucede la nueva figura del comisario como productor, como recolector aleatorio de obras y autores que crean concepto en el mismo acto de ser agrupados en un acto contingente. El gestor del viejo continente cultural era el guardi谩n y curador de los archivos; el nuevo gestor es comisario, personaje activo que crea experiencias no programadas en el acto de creaci贸n del autor. El antiguo coleccionista depend铆a de sus contactos en un mundo secreto de iguales, que dedicaban sus esfuerzos a preservar lo valioso. El comisario crea las conexiones y redes que habr谩n de convertirse en acto art铆stico.

En el espacio literario, la cultura de archivo se organizaba por la persistencia de los g茅neros entrecruzados con las lenguas. La cultura literaria de archivo estaba impulsada por la angustia de la influencia, por el rastreo de las difusiones de pautas literarias, por las reconstrucciones biogr谩ficas de las proximidades y lecturas contaminantes del autor examinado, por la sospecha de la anticipaci贸n de la forma, la met谩fora, el deje o el estilo. En las nuevas pr谩cticas de acceso aleatorio, las formas no discurren siguiendo derivas de difusi贸n ling眉铆stica o geogr谩fica. Se producen conexiones improbables, encuentros imposibles que mezclan no ya los g茅neros, desaparecidos ya en la era del archivo, sino tambi茅n y sobre todo, las viejas fronteras del gusto que divid铆an la alta cultura de la cultura de masas. La distancia que Adorno pide al arte solo es posible en trayectorias de autonom铆a de autores que refieren entre s铆 sus textos, no en multitudes de actos que se difunden con los patrones de las epidemias. Si para Adorno el horror consiste en que una frase musical de Mozart pueda usarse como fondo de un anuncio de laxantes, para la cultura de la hiperconexi贸n el horror es que existan puertas de inaccesibilidad a la contaminaci贸n de las formas.

4.

Las disciplinas de humanidades se hab铆an organizado como sistemas de reclutamiento de identidades en los espacios del archivo. El texto, la imagen, la identidad geogr谩fica y ling眉铆stica, la era, el tiempo dividido por las categor铆as culturales, etiquetas del archivo y la biblioteca. A la cultura del archivo le corresponde una ordenaci贸n disciplinar que deriva del proyecto de la Encyclop茅die Fran莽aise. Una enciclopedia clasifica la cultura y ordena las pr谩cticas de registro, explicaci贸n, comprensi贸n y explicaci贸n en un proyecto global de civilizaci贸n. Los promotores de la Enciclopedia de la Ciencia Unificada, Carnap y Neurath, en la Viena de la transici贸n a la contemporaneidad, so帽aron una nueva enciclopedia que habr铆a de ser la obra de toda la humanidad a lo largo de siglos de actividad cultural.

Las viejas disciplinas desarrollaron t茅cnicas, habilidades y pr谩cticas basadas en los arcanos del archivo y sus pasillos secretos: c贸mo negociar con el guardi谩n de los datos y recolectar la informaci贸n escondida que habr铆a de convertir aquel espacio en una fuente personal de conocimiento y reconocimiento, c贸mo descubrir pautas ocultas en la letra de la 茅poca. Las t茅cnicas se transmit铆an mediante el magisterio y el contacto personal (siempre personal, casi siempre demasiado personal) entre el viejo maestro y su prole disciplinaria. A la cultura del registro total y el acceso aleatorio le corresponde el trabajo del concepto. El concepto articula sistemas de reconocimiento y reclutamiento que atraviesan las fronteras de las habilidades ordenadas en disciplinas y sus tiempos y espacios caracter铆sticos. El trabajo del concepto fue anticipado por algunos de los grandes creadores de las humanidades contempor谩neas: Aby Warburg, Emile Durkheim, Max Weber, Norbert El铆as, quienes organizaron su trabajo conceptual, no disciplinariamente. El concepto es la expresi贸n de pr谩cticas de discriminaci贸n de parecidos de familia, de resonancias causales que articulan la experiencia en cada situaci贸n y momento. El trabajo del concepto no se subordina tampoco a los viejos programas interdisciplinares (los sue帽os de una semi贸tica general, de una teor铆a general de sistemas, de una ciencia de las estructuras, de una teor铆a de la informaci贸n y la comunicaci贸n). Estos proyectos supon铆an homogeneidades en lo heterog茅neo que dejaban en los m谩rgenes casi todo lo interesante de los mundos de experiencia y significado que constituyen la cultura.

Se equivocan tambi茅n quienes creen que a la cultura del acceso aleatorio le corresponde alguna superdisciplina de lo nuevo, de lo digital o virtual, como si los nuevos entornos creasen normatividades espec铆ficas, necesidades nuevas de ense帽anza o interpretaci贸n. Hace treinta a帽os que las nuevas tecnolog铆as dejaron de ser nuevas. Las generaciones nacidas digital, virtual y reticularmente no necesitan de maestros que les indiquen las sendas. Habiendo incorporado a sus capacidades sensoriales los nuevos entornos, los han convertido en nuevos lugares de experiencia. Nada hay nuevo que ense帽ar en un entorno ya integrado en la realidad y en sus imaginarios como se integran los nuevos territorios y las circunstancias hist贸ricas. No corresponde al humanista ense帽ar a nadie las nuevas posibilidades que se crean al ritmo de las pr谩cticas creativas. Como sostuvo Wittgenstein, todo est谩 a la vista, nada hay que ense帽ar. No hay nada m谩s lamentable que leer textos de intelectuales de las viejas disciplinas admir谩ndose y tratando de divulgar lo nuevo de los nuevos entornos. No hay nada nuevo, solo viejos equ铆vocos. Como tambi茅n sostuvo Wittgenstein, nuestra tarea no debe ser otra que ense帽ar a la mosca a salir de la botella. Si en otros tiempos fue la fascinaci贸n del lenguaje el producto del embrujo filos贸fico, ahora son las magias de entornos digitales las que crean nuevas ilusiones metaf铆sicas. La hiperconectividad solamente hace visible lo que deber铆a haber sido ya visible en los oscuros pasillos del archivo.

No hay nada nuevo, solamente un entorno de registro total y acceso aleatorio. Nos corresponde, como siempre, ayudar como observadores participantes a convertir la experiencia en concepto, el tiempo en relato, la red de afectos en identidades. Cada cual es hijo de sus afinidades. No creo que haya sido desactivado el proyecto del viejo Raymond Williams de crear lugares y tiempos de observaci贸n cultural participante y construcci贸n de un significado com煤n (Williams 1961). Lugares y tiempos que muestran senderos por los que la cultura popular crea insubordinaciones, identidades precarias, desordenadas y contrahegem贸nicas. Todo est谩 a la vista, nada oculto, pero la experiencia no ha sido a煤n elaborada. Los registros interminables son tambi茅n lugares todav铆a sin se帽ales de camino ni referencias. Corresponde al nuevo observador participante el seguir la recomendaci贸n benjaminiana de convertir al autor en productor (de identidades, artefactos, conceptos, signos que no tratan de generar mapas trascendentales de lo real sino, por el contrario, acompa帽amientos, paseos en las reverberaciones que crean las conexiones aleatorias). El humanista no produce otra cosa que instrumentos para afinar la discriminaci贸n de las identificaciones que siempre se hacen con otros. Las inscripciones, trabajos y registros antropol贸gicos no son m谩s que piedras y postes indicadores en la exploraci贸n de un territorio fronterizo donde se recrea continuamente una historia com煤n de resistencias, huidas y encuentros. Lo aparentemente nuevo es lo ordinario, lo que debemos mostrar como un campo de continuidades y cambios en nuestra historia com煤n.

5.

Las trayectorias disciplinarias del siglo XX est谩n sometidas a una tensi贸n esencial: han desarrollado poderosos m茅todos y un acervo de conocimientos que son ya un componente nuclear de la cultura contempor谩nea, independientemente de su cercan铆a o lejan铆a con la cultura de archivo. Pero al mismo tiempo depend铆an de divisiones fundamentadas en una concepci贸n enciclop茅dica de la cultura, que comparten tanto la Ilustraci贸n como el Romanticismo. La enciclopedia de las ciencias que gu铆a la reforma universitaria que propone el idealismo rom谩ntico alem谩n se apoya en las disciplinas. En esta concepci贸n, se constituyen objetos y dominios separados relacionados estrechamente con la cultura del archivo, con la que interact煤an en un juego din谩mico de auto-reforzamientos sist茅micos. No hay nada problem谩tico en la cultura de las disciplinas, salvo el que perdieran de vista que los archivos son sistemas de registro pero tambi茅n pasillos que ocultan y dificultan los accesos y las conexiones. Las disciplinas tradicionales hab铆an sido creadas en un tiempo de ordenamientos bien definidos de la informaci贸n y han estado poco preparadas para la interconexi贸n ilimitada e improbable, para la simultaneidad y el acceso irrestricto que permiten los nuevos m茅todos de archivo total. La permanente creaci贸n y desaparici贸n de objetos h铆bridos que emerge con la era de la reproducci贸n t茅cnica es algo que a煤n est谩 por asimilar por las ancestrales trayectorias disciplinares.

Tomemos como ejemplos el cine y la televisi贸n: 驴qui茅nes, qu茅 disciplinas deben ocuparse de analizar estos fen贸menos? El recurso de urgencia ha sido la creaci贸n de esos nuevos espec铆menes disciplinarios que se denominan 鈥淐omunicaci贸n鈥, pero 驴acaso no son medios culturales que deben ser estudiados con similares m茅todos que otros entornos? Una concepci贸n rom谩ntico-elitista como la que sosten铆a Adorno sigue operando de manera manifiesta sobre la constituci贸n de ciertos objetos como objetos de estudio leg铆timos. Por suerte hay nuevas formas de enfrentarse a estos fen贸menos. Estoy pensando en autores como Stanley Cavell, un fil贸sofo que reflexiona sobre nuestra condici贸n moderna esencialmente esc茅ptica, pero que lo hace a trav茅s del examen del cine como medio (en un sentido no instrumental del t茅rmino 鈥渕edio鈥). Para Cavell (2003), las comedias del Hollywood cl谩sico se relacionan con las de Shakespeare de un modo natural, y ambas con los textos de Wittgenstein y su confrontaci贸n con el escepticismo en tanto pretenden huir de lo ordinario.

Aunque las viejas disciplinas han ido incorporando estas zonas de interacci贸n, lo hacen al precio de pensar sus propios m茅todos de gestionar su jerarqu铆a de reconocimientos internos. 驴Cu谩l es el modelo sucesor a la Enciclopedia como gran proyecto cultural? Se ha propuesto no sin raz贸n el modelo de Wikipedia, en el que se recoge a la vez la no jerarqu铆a de dominios, pues se pasa a un sistema relacional de palabras clave y conexiones de hipertexto, y la colaboraci贸n no ordenada por expertos y autoridades pero no exenta de cr铆tica y correcci贸n. No est谩 claro sin embargo que Wikipedia sea un modelo tan potente y profundo como lo fue la Enciclopedia, que se basaba en la correspondencia del orden de las cosas y el orden de las ideas. Aun as铆, nos indica nuevas trayectorias creadas por la multirrelacionalidad que a煤n est谩n por pensar. Aparecen ciertas formas de generar conocimientos a los que no son extra帽os los sistemas de control que hab铆a generado la esfera p煤blica de la ciencia, pero que no dependen tan pesadamente de las constricciones disciplinarias. Quiz谩 estamos en un tiempo de inventar nuevos sistemas de autocontrol y gobernanza de la g茅nesis de conocimientos bajo condiciones de hiperconectividad. Conjeturo y me atrevo a sospechar que no ser谩n tan nuevos ni tampoco est谩n ya descubiertos y creo que ser谩n m谩s dependientes de los ejercicios conceptuales que de las trayectorias normativas de las organizaciones disciplinarias.

6.

En un trabajo ya casi olvidado, el antrop贸logo Victor Turner (1982) propuso lo fronterizo como un territorio leg铆timo de investigaci贸n. En realidad, m谩s que un territorio, Turner lo pensaba como un tiempo que se sit煤a entre la separaci贸n y la reintegraci贸n y el reconocimiento. Tomando como modelo o met谩fora generalizada los ritos de paso, Turner conceb铆a lo nuclear de la existencia humana como el tiempo que media entre la expulsi贸n de la aldea y la vuelta a la reconciliaci贸n con la comunidad, como si lo humano existiera s贸lo como exilio en la esperanza, quiz谩 injustificada, de una vuelta y acogida. Me atrevo a pensar que lo que sirve para la condici贸n humana podr铆a servir tambi茅n para el trabajo y los m茅todos de las viejas disciplinas de la cultura de archivo.

La liminalidad no desestructura las viejas disciplinas, pero se constituye en un tiempo de apertura en el que los viejos rituales se suspenden en lo que tienen de autoritario y de respaldo a identidades que aspiran a alg煤n grado de pureza de sangre. Espacios-tiempos liminaloides, en los que a煤n no est谩 escrito el futuro y en los que los instrumentos de reorganizaci贸n social no est谩n bien establecidos ni dejan ver claramente cu谩l es la senda que conduce a la salida de las crisis que suponen los exilios, en los que los que los actos creativos ocurren como preguntas, como rupturas te贸rico-pr谩cticas con el mundo conocido y expresiones de negaci贸n o perplejidad.

Las humanidades, en tanto que pr谩cticas de reflexi贸n y transformaci贸n de la cultura en la b煤squeda de un significado com煤n bajo un horizonte de emancipaci贸n de la necesidad, no tendr铆an por qu茅 ordenarse bajo la angustia del objeto y dominio (objeto y m茅todos como signos de identidad disciplinaria). Mejor, tal vez, como tiempos de elaboraci贸n de la experiencia, momentos de respuesta a la aparente sensaci贸n de imposici贸n de las fuerzas constitutivas de la realidad. Lo liminal es aqu铆 frontera y mediaci贸n entre imaginarios colectivos y personales y las constricciones de acci贸n que nos permite el conocimiento de la naturaleza y la sociedad.

En realidad, este tiempo de exilio fue siempre el territorio de las humanidades, y por ello fue siempre tan problem谩tica su inserci贸n en la universidad constituida a imagen y semejanza de la Enciclopedia Universal. De ah铆 que no sea tan nueva su extra帽a posici贸n en el tiempo de la hiperconectividad y reproductibilidad t茅cnica. En otros tiempos probaron este hecho la Bauhaus, el Instituto de Investigaci贸n Social de Frankfurt, el Instituto Warburg o el Departamento de Estudios Culturales de Birmingham

Siguiendo a Turner, querr铆a continuar la propuesta de pensar la liminalidad bajo categor铆as temporales m谩s que espaciales. No ocultar茅 que el propio Turner se hab铆a situado en el filo de la paradoja al titular 鈥淓l lugar de la liminalidad鈥 un trabajo en el que reivindicaba el tiempo como el topos de lo fronterizo, y no ocultar茅 que es dif铆cil alejarse de este borde tambi茅n fronterizo entre lo espacial y lo temporal, pero hay razones para hacerlo. La m谩s importante es evitar lo que voy a llamar la 鈥渁ngustia topol贸gica鈥 que sufren las humanidades desde que la universidad humboldtiana fue extendi茅ndose como modelo de educaci贸n superior. Mientras que en las ciencias naturales y en la tecnolog铆a las fronteras nunca han sido un problema sino una condici贸n, en las humanidades han sido siempre una suerte de pecado original. Los doctores en f铆sica anglosajones a煤n reciben un doctorado en filosof铆a natural sin sentir irritaci贸n. Los ingenieros franceses se sintieron en el siglo XIX como mec谩nicos; es decir, como especialistas en an谩lisis matem谩tico sin ninguna incomodidad aparente, y sus colegas anglosajones se consideraron mec谩nicos; es decir, t茅cnicos de m谩quinas sin tampoco la menor protesta. Darwin se form贸 como ge贸logo y Wallace como m茅dico. Ambos descubrieron al evoluci贸n por selecci贸n natural. Einstein se form贸 como ingeniero y registrador de patentes sin que ello le impidiera cambiar el rumbo de la f铆sica y, en nuestros d铆as, el trasvase de la f铆sica a la biolog铆a y la econom铆a y de la ingenier铆a a la ciencia cognitiva no ofrece dificultades y s铆 muchas oportunidades. Esto parece algo inconcebible en el 谩mbito de las humanidades.

Las humanidades se han desenvuelto en la universidad contempor谩nea bajo la experiencia de acoso por parte de las autodenominadas 鈥淐iencias Sociales鈥, que han crecido con la pretensi贸n de ocupar el espacio de las humanidades y al tiempo guardar una promesa de objetividad cient铆fica negada a quienes se mov铆an en el territorio de la experiencia como observadores participantes. No es extra帽o, pues, que los investigadores hayan desarrollado una angustia topol贸gica, una suerte de paranoia producida por el temor permanente al desplazamiento. Una angustia que ha sido su condici贸n constitutiva, como el sentido del pecado lo es para el cat贸lico. Un miedo externalizado en continuas quejas que se traducen en pretensiones de ser m谩s objetivos que nadie, e internalizado en una permanente defensa de territorios propios cada vez m谩s parcelados y precarios. El invento espa帽ol de las 谩reas, que tanto ha determinado la historia acad茅mica de las 煤ltimas d茅cadas, se manifiesta en la piel de un pa铆s perif茅rico en lo cient铆fico como un s铆ntoma claro de la angustia topol贸gica.

Pero no tendr铆a que ser as铆. Hay otra historia posible, que es la que indica la met谩fora de Turner de una existencia colgada en el tiempo entre dos momentos de un rito de paso. La condici贸n de exilio por parte de la tribu hace posible una desterritorializaci贸n de la existencia. El individuo que se encuentra en ese trance no tiene a煤n un lugar propio puesto que en cierto modo ha sido arrojado de 茅l y solamente podr谩 volver y ser acogido cuando transcurra un tiempo en el que debe superar ciertas pruebas. An谩logamente, la pr谩ctica de las humanidades es una condici贸n de suspensi贸n de la pertenencia. El humanista vive en un tiempo de conexiones culturales m谩s que de objetos definidos de investigaci贸n. No se enfrenta a las pr谩cticas y materias simb贸licas con la mirada de la distancia cient铆fica, sino con la actitud participante del antrop贸logo que se sabe inserto en la misma cultura que analiza. La distancia del humanista tiene un componente cr铆tico que no es la del analista, sino la del miembro de la tribu que ha dejado por un momento de pertenecer. En ese tiempo de suspensi贸n, el humanista revisa su pasado y futuro y adquiere una forma de experiencia que le facilita precisamente la distancia.

Mi propuesta es que consideremos el tiempo m谩s que como un derecho a la existencia en un mundo de lealtades acad茅micas, como una oferta que se hace a no importa qu茅 dominio cultural. El humanista ofrece su propia experiencia de exilio cultural en cuanto oferta precaria, de desprotecci贸n metodol贸gica o epist茅mica, pero al mismo tiempo de apertura de horizontes en territorios peligrosos en los que las disciplinas no se atrever铆an a buscar informaci贸n o conocimiento.

7.

La cultura del archivo estaba articulada por una pol铆tica de la memoria que, a su vez, formaba parte de una trayectoria de identidad. Su angustia topol贸gica se encuadraba en un proyecto de legitimaci贸n del dato del archivo como evidencia. El visitante del archivo necesita sustentar su lugar en el presente con la voz autorizada del pasado. Para ello deb铆a aislar cada dato de toda contaminaci贸n que pudiera debilitar su fuerza testimonial. Es en este aspecto, m谩s que en de la funci贸n de memoria que justifica los archivos, en el que la Cultura_RAM presenta un desaf铆o a las viejas lealtades pol铆ticas del humanista respecto al estado, y m谩s espec铆ficamente respecto al estado-naci贸n en el cual se origin贸 su asentamiento en el territorio acad茅mico (la universidad humboldtiana fue muy clara respecto al papel del humanista como funcionario del estado. Recordemos a Kant escribiendo sobre el conflicto de las facultades).

En el acceso masivo, cada dato registrado se activa en el instante en que sus ilimitadas relaciones computacionales se concretan en la improbable conexi贸n conceptual que se realiza en una b煤squeda o quiz谩 en un encuentro no intencional. No hay sistema en la era del acceso ilimitado: los sistemas son tan pasajeros como las reverberaciones de la luz en una red, como ocurre en los cuadros de Manuel Rivera, cuyas sombras responden instant谩neamente al movimiento del observador convirti茅ndose as铆 en un cuadro adosado a la mirada. Las redes no tienen estructura ordenada de relevancia, tan esencial en un archivo del viejo tiempo. El dato se recoloca en una nueva red sem谩ntica en cada conexi贸n. Es cierto que, como ocurre en las redes neuronales, las m煤ltiples repeticiones crean estabilizaciones temporales que podr铆an ser consideradas como cuasi-conceptos a su modo. Es cierto tambi茅n que las derivas tienen una observable dependencia de las intenciones de los recolectores de datos. Pero estas dos caracter铆sticas no hacen sino subrayar la contingencia sem谩ntica y epist茅mica de los registros y su labilidad como sustentos de pol铆ticas de la memoria.

La Cultura_RAM es por ello un territorio sin sendas establecidas por la norma hist贸rica. No porque no existan lazos evidenciales que nos unan a la tradici贸n, sino porque existen ilimitados lazos, porque las sendas tejen un tapiz de m煤ltiples direcciones que no permite una l铆nea clara de progreso en ning煤n plan heredado por la pertenencia a la tribu. Es, por ello, un topos en el que la d茅bil forma de pertenencia que significa el exilio se asienta con toda naturalidad. En este tiempo, las b煤squedas recuperan formas de experiencia que no fueron normalizadas y registradas por los 铆ndices y dispositivos de registro de la cultura de archivo. La anarqu铆a de las relaciones de relevancia que significa la multi-conectividad no implica necesariamente un caos de relaciones sin sentido sino, todo lo contrario, la apertura de la memoria a la recuperaci贸n de sentidos no registrados, de experiencias no normalizadas, de identidades excluidas de los taxones inm贸viles del fichero.

La Cultura_RAM es benjaminiana por naturaleza. Al no estar determinada por la sujeci贸n de la experiencia a la normalizaci贸n, pierde, claro, fuerza testimonial para las utilidades del estado, pero al mismo tiempo abre la puerta a la recuperaci贸n de experiencias y a la creaci贸n de nuevas identidades basadas en nuevas narrativas. Como el adolescente en el tiempo de exilio de la tribu, el humanista pierde lealtades pero gana tiempo y se adentra en una etapa de preguntas que no tienen una respuesta f谩cilmente sancionable.

Querr铆a, para acabar, despejar cualquier duda al respecto. No ser茅 yo quien se queje de los archivos. Mucho menos de las habilidades que han desarrollado los especialistas en ellos. Ni tampoco extender茅 mi cr铆tica a las disciplinas, como si uno estuviese m谩s all谩 de ellas (al fin y al cabo s贸lo los cuerpos disciplinados son capaces de la gimnasia que la cultura exige). Mi argumento se resume en realidad en una oferta: en los tiempos de exilio, el humanista disciplinado gana una libertad que no tienen en el territorio de la tribu.

Bibliograf铆a

Benjamin, Walter (1993). 鈥淟a obra de arte en la era de su reproductibilidad t茅cnica鈥. En Obras Completas I/2. Madrid: Abada, ed. 2008.

Brea, Jos茅 Luis (2007). Cultura_RAM. Mutaciones de la cultura en la era de su distribuci贸n t茅cnica. Barcelona: Gedisa.

Cavell, Stanley (2003). Disowning Knowledge. In Seven Plays of Shakespeare. Cambridge: Cambridge University Press.

Derrida, Jacques (1997). Mal de Archivo. Una impresi贸n freudiana. Madrid: Trotta.

Hayles, Katherine (2005). My Mother was a Computer. Digital Subjects and Literary Texts. Chicago: The University of Chicago Press.

Williams, Raymond (1961). The Long Revolution. Londres: Chatto & Windus.

Turner, Victor (1982). 鈥淟iminal to Liminoid in Play, Flow, Ritual. An Essay in Comparative Symbology鈥. En From Ritual to Theatre. The Human Seriousness of Play. Nueva York: Performing Art Journal Press.

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Notas:    (↵ regresa al texto)

  1. [Nota de los editores] Cuando se empez贸 a planear este monogr谩fico, le propusimos a Fernando Broncano (miembro del consejo editorial de esta revista) que nos diera un texto para cerrar el n煤mero que estuviera centrado en la figura del maestro Jos茅 Luis Brea. Broncano nos dijo entonces que pod铆a aportar un art铆culo que se iba a publicar bajo licencia Creative Commons en Revista Humanidades (3), pp. 1-13 bajo el t铆tulo 鈥淓l tiempo perdido de/en los archivos鈥. La certeza de Broncano al asegurarnos que este texto capturaba la figura de Brea en los t茅rminos que le hab铆amos pedido no dej贸 duda alguna y acordamos recuperarlo en este n煤mero.

Caracteres. Estudios culturales y cr铆ticos de la esfera digital | ISSN: 2254-4496 | Salamanca