No, no voy a hablar de ninguno de los escritores y escritoras (y hago la distinción con toda la mala leche del mundo, no con afán de seguir criterios contra el falso sexismo del lenguaje), sino de uno de los peligros que pueden derivarse en el sector de la edición y autoedición de libros digitales como ya ha pasado en las tiendas de aplicaciones digitales.
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No oigo cómo pasan las hojas (virtuales)
No sé si hablar de ruido (en su muy estricto sentido de sonido desarticulado e incluso desagradable) es la manera más precisa de referirme a lo que escucho cuando paso la página de un libro, pero hay una evidente fricción que se percibe sonoramente. Es el sonido ambiental de la lectura, que nos sorprende a veces cuando se engancha una hoja y se raja ligeramente, o cuando debemos separar dos hojas que no han sido bien cortadas, rompiendo y rasgando la junta que las mantiene unidas.
Polimorfismo de la pantalla
Me hacía un colega recientemente una gran defensa de la búsqueda de una estandarización máxima de las pantallas en los dispositivos actuales con el objetivo de homogeneizar la representación visual en las mismas. Con todo, la capacidad polimórfica (y, sin embargo, tan poco explotada) de las pantallas es una bendición precisamente por lo que no deja de ser visto como un terrible inconveniente por quienes persiguen lo contrario: no ata a un formato específico.
Del bloqueo sistemático de la reedición
Ya adelantábamos ayer que muy pronto íbamos a tratar este tema.El coste material de un libro impreso siempre ha sido excusa suficiente como para dar por perdido un libro en cuanto han pasado un par de años, salvo si buscamos algún best seller: se retiran de la circulación, los distribuidores ya no los tienen, las editoriales los han descatalogado y es probable que muchos de esos libros hayan sido rescatados y reciclados en papel para imprimir cualquier otra majadería, salvo el que estamos buscando en ese momento. Las librerías de viejo, la segunda mano, y las grandes librerías en internet solucionan cuando se puede estos inconvenientes, incluso a cambio de pasar muchas veces por precios excesivos o por algún libro que ha sido muy poco cuidado. ¿Bibliotecas? En mi caso tienen el don de no tener nunca el libro que estoy buscando en sus fondos.