Me hacía un colega recientemente una gran defensa de la búsqueda de una estandarización máxima de las pantallas en los dispositivos actuales con el objetivo de homogeneizar la representación visual en las mismas. Con todo, la capacidad polimórfica (y, sin embargo, tan poco explotada) de las pantallas es una bendición precisamente por lo que no deja de ser visto como un terrible inconveniente por quienes persiguen lo contrario: no ata a un formato específico.