Crear un libro electrónico, ebook, o como lo queramos llamar (ciberlibro, ecolibro, libro-e…) no revestía ninguna complejidad real: bastaba escribir en cualquier procesador de texto, guardar el archivo en un formato estandarizado, y con un programa específico, como el siempre recomendable Calibre, convertirlo a cualquiera de los formatos habituales para su distribución. O te lo mandas por correo al Kindle y Amazon te lo convierte. Y si querías un ePub con mucho color y una maquetación algo compleja, al menos en Mac (lo siento, no sé qué se cuece en el mundo Windows y no mucho en el Linux) tirabas de Pages y le dabas a exportar a ese formato. Así pues, ¿qué aporta iBooks Author?
No pretendo en estas reflexiones (sin duda alguna, demasiado tempranas: el programa fue lanzado ayer) profundizar excesivamente en la potencia del producto que representa esta aplicación de Apple (lo que es en muchas ocasiones razón suficiente como para generar opiniones polarizas y extremas), ni en el modelo de negocio que se impone a los creadores independientes (baste señalar que el libro debe ofrecerse o gratis o con un precio mínimo de 14,99 dólares y con tamaño máximo de 2GB), sino sobre lo que puede representar para el concepto del libro expandido.
El libro expandido es un concepto que debemos aclarar, pues aunque vinculado al libro electrónico no es necesariamente eso. Por suerte, hay dos grandes ejemplos que nos permiten ilustrar de manera muy clara en qué consiste el libro expandido, y lo veremos en vídeo. Teniendo en cuenta la facilidad de ilustrarlo, basta decir que se trata de unir en un único formato lectura y multimedia, e incluso hipermedia. Un texto que se ve beneficiado de una expansión en forma de vídeos, gráficas, explicaciones y desarrollos adicionales, enlaces a contenidos en la red, experiencias interactivas, etc.
Veamos, como ejemplo, Our choice, de Al Gore, con tecnología de Push Pop Press ( parece que hay una historia interesante entre la tecnología de esta compañía y un robo de información a Apple) a través de una presentación en vídeo:
Nuestro segundo ejemplo es la edición para iPad de The Waste Land, de T. S. Eliot y que se beneficia de incluir el facsímil, varias lecturas (dos de Eliot y otras de actores), notas críticas que aparecen al rotar la pantalla en un lateral, un cortometraje inspirado en el texto, y aportaciones en vídeo de críticos:
Estos dos libros en iPad se venden como aplicaciones independientes, es decir, debemos buscarlos como un programa informático, no como un libro. Es un terreno resbaladizo, pues resulta que podemos esgrimir tantos argumentos a favor de una clasificación como la otra, algo que no sucede con un libro electrónico como los que podemos leer en un Kindle, un Nook, o un iPad a través de aplicaciones como el lector iBook.
En cualquier caso, no se trata de producciones económicas y el coste asociado a las mismas es bastante elevado además de requerir un diseño realizado por programadores o especialistas capacitados para manejar sus herramientas que, de todos modos, no se han publicado de manera abierta. Es decir, no se había distribuido un software informático que pudiera servir como generador de esos contenidos, de la misma manera que existen motores para videojuegos (como Unreal Engine), programas de maquetación de publicaciones (como InDesign), etc. Esto implicaba que una editorial -o un individuo- que quisiera realizar un libro expandido debía crear las herramientas primero ante la muy escasa -quizás incluso nula- posibilidad de adquirir la licencia de uso de programas viables para ofrecer estos contenidos.
Es aquí donde entra en juego, por supuesto, iBooks Author. Durante el día de ayer, tras su publicación, estuve experimentando y descubrí un programa escaso de plantillas pero con suficiente flexibilidad como para permitir a un usuario familiarizado con el trabajo en capas (por ejemplo, con aplicaciones de diseño web visuales) y algo de experiencia en procesamiento de textos puede obtener resultados positivos en poco tiempo. Las claves son el buen gusto en el diseño, la disponibilidad real de buenos materiales multimedia, y lo interesante de los contenidos ofertados. Es cierto que para conseguir resultados espectaculares hay que tener algunas nociones de HTML5 y JavaScript, pero se trata de lenguajes muy extendidos y que no exigen una programación completa -ni mucho menos- como la que implicaría crear desde cero una aplicación específica para generar esta presentación de contenidos, o un programa capaz de generarlos.
Una ventaja que puede ser clave para la expansión de este formato más allá de la tienda digital de Apple (algo que será fundamental para llegar a más sistemas de distribución, ya sea con conversión directa o con exportación de formatos) es que el uso de lenguajes estandarizados como los referidos HTML5 y JavaScript debería facilitar a los responsables adaptar estos libros expandidos a otros dispositivos o tiendas digitales. Muy posiblemente no tal cual, pues Apple perdería la ventaja estratégica de un ecosistema (iBooks Author, iPad, iTunes, iBookStore, iBooks, iTunes Connect…) unificado y bastante cerrado. Habrá que esperar a ver qué dicen los expertos en materia informática sobre la posibilidad de, por ejemplo, convertir estos libros expandidos (fusión de aplicación y libro) a, por ejemplo, Android… si es que resulta de interés y puede, en última instancia, hacerse.
Con todo, olvidándonos de esas cuestiones de expansión empresarial y distribución, está claro lo que se ha perseguido y conseguido: ofrecer una herramienta capaz de integrar libro (texto) e hipermedia de manera asequible junto a un sistema de distribución digital eficaz con un coste virtualmente nulo. Habrá que esperar a ver la reacción de las editoriales (grandes y pequeñas) y de los autores (independientes y dispuestos a la autoedición, pero también los que firman contratos) para juzgar cuál será su repercusión última en cuanto a la expansión del formato, si bien todo parece señalar que su función como creador de contenidos complejos para una nueva y sinceramente compleja -y completa- textualidad digital hipermedia con una baja exigencia técnica y económica se cumplirá.
Eso sí: la única vía de distribución -al menos, oficial- para los contenidos generados con este programa es la propia iBookStore, lo que no sería malo salvo por la exposición pública obligatoria que implica si lo que queremos hacer no es vender o distribuir a la mayor cantidad posible de lectores un contenido, sino hacer otra cosa con nuestra creación. No parece que Apple esté dispuesta a un mercado totalmente privado (crear tu libro expandido y mandárselo a alguien por correo y que pueda pasarlo a su iPad, por ejemplo), cuestión sobre la que han reflexionado ya en algunos medios centrados en la compañía de la manzana y que puede ser un grave inconveniente para su uso en muchas situaciones, desde crear un pequeño librito simpático para unos amigos hasta componer un elaborado ensayo que pueda enviarse a los colegas en petit comité.
[Actualización: He podido comprobar que el archivo generado en formato plenamente interactivo -extensión .iba- puede abrirse sin mayores complicaciones en otro iBooks Author, pero no pasarse a iTunes y de ahí a iPad sin más (el archivo .iba es, por tanto, realmente publicable solo desde iBooks Store, pero sí permite difusión). Frente a eso, los archivos de lectura con menos interacción -extensión .ibook, versión propia de ePub- se puede extraer y enviar por correo para que el receptor pueda llevarlo a iTunes, desde donde sí se añade al catálogo de libros digitales.]
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