Si ayer comentábamos la percepción del espacio social del indígena digital frente al inmigrante y veíamos cómo entender las esferas de relaciones humanas como un todo continuado digital-real no es algo necesariamente malo, hoy abordaremos la cuestión del conocimiento innato de las herramientas web y de desarrollo digital por parte de los conocidos como nativos digitales.
Ya decíamos en la anterior entrada que el nativo es el que es percibido como innato (por lo que el valor connotativo positivo asociado al concepto nace de parte del valor denotativo), pero el indígena es meramente oriundo. Si el nativo digital lo es de verdad, esto debe implicar obligatoriamente un dominio de la herramienta que da acceso a esos espacios de inscripción social.
En este caso es difícil plantear la cuestión desde una perspectiva lo suficientemente amplia y general, por lo que me baso en mis observaciones y experiencias personales que pueden, por supuesto, ser bien diferentes de las de otros. Rechazo, en todo caso, dar por indiscutiblemente válidos los estudios estadísticos realizados hasta el momento en cuanto a la habilidad y comportamiento digital de esos nativos, pues se basan mayoritariamente en encuestas realizadas a niños y adolescentes y no en la observación directa de los mismos en los contextos de estudio para estudiar el comportamiento, nivel de habilidad y otros aspectos comúnmente analizados.
Partimos, así, de un obstáculo insalvable. Mis observaciones me han mostrado que es cierto que los niños y adolescentes (incluso podría estirar estas observaciones hasta incluir a veinteañeros que, por edad, quedarían totalmente fuera del concepto de natividad digital) muestran un uso muy ágil y superior al de no pocos adultos en la red, pero no es un conocimiento profundo y real de las herramientas.
Esto puede contrastarse de una manera sencilla: consulten foros de páginas de videojuegos, tecnología e informática. La mayoría de las preguntas, problemas y quejas de los usuarios de esos foros (muchos de ellos jóvenes, niños o adolescentes y, por tanto, en el rango de atribución de natividad digital) son sonrojantes por simples. Vemos que esos nativos digitales realmente no comprenden cómo está funcionando el navegador con el que se mueven por internet, no saben qué es la caché, o una IP, o cómo se ejecutan complementos y elementos técnicos básicos de una web. No se trata de que sepan HTML o sean capaces de escribir código en Javascript, por ejemplo, sino de aspectos tan elementales como saber que si una parte de una web no ha cargado normalmente basta con actualizar. O que han cambiado la configuración del zoom del navegador. Me permitirán que no haga observaciones sobre las preguntas referentes al hardware.
Esto tiene una posible lectura, bastante simple: la mayoría de la gente tampoco entiende ni le interesa cómo funciona un coche, pero lo conduce y va de un sitio a otro. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que atribuimos al conocimiento técnico de un vehículo un nivel de especialización que deriva en una profesión -mecánico-, de la misma manera que hoy en día hay no pocos informáticos que se dedican al servicio técnico computacional. Con todo, se considera dentro de lo lógico un cierto nivel de conocimientos que pasan por cosas elementales como saber que es necesario repostar carburante o girar el volante para que las ruedas hagan lo propio. Entiéndase la hipérbole, pero en algunos casos el desconocimiento de esos denominados nativos digitales es equivalente.
Mañana terminaremos esta serie de entradas con un aspecto muy vinculado al que hemos tratado y las conclusiones finales de estas reflexiones.
Un pensamiento sobre “La (in)consciencia del indígena digital: las herramientas”