Pensando en elefantes

Hace unos cuantos siglos, según cuenta la leyenda, en la Magna Grecia apareció la primera retórica, que tuvo como principal utilidad permitir a los sufridos habitantes defenderse de los abusos de los gobernantes de turno. Desde el siglo V hasta hoy sus formas y modos comunitativos no han cambiado en exceso, lo cual viene otra vez a insistir en aquello de que no hay nada nuevo bajo el sol.

La retórica es un instrumento sin el que no podemos vivir hoy en día. Estamos rodeados de magníficos rétores por todos lados, especialistas en imagen y “comunicadores”. Hay sofistas por doquier y aquel que no domina las reglas del juego retórico (o no las conoce) tiene pocas posibilidades de llevar a cabo esa acción tan manida hoy en día de “comunicar”.

Si la retórica clásica servía entre otras cosas para transmitir (o crear una imagen a un auditorio), la retórica digital puede hacer lo mismo pero a través de soportes, medios y redes que utilicen medios “digitales” (por supuesto, no en el sentido romano, sino en nuestro sensum posmoderno).

Es aquí donde entra el cajón desastre de la publicidad,el twitter, los thinking tanks, los blogs, la alabada Retórica de Obama o los gritos de La Estevan en la televisión, fenómenos que retratarán nuestra época nos guste o no y que hoy día dirigen en cierto modo nuestra percepción de la información (o más bien des-sobre-mega-re-información). Siguiendo la broma en homenaje Lakoff y su célebre obra, hoy día quien tiene el poder de los medios controla la difusión. Algo en lo que ayudan sobremanera las nuevas políticas educativas que huyen de las Humanidades y del pensamiento crítico como de la peste.

Hoy en día se nos pide crear imágenes de nosotros mismos, avatares que comuniquen información cuando interactuemos, tanto en persona como online. Somos gestores de nuestra propia imagen, de tal forma que podemos decidir si somos una imagen de marca o una imagen corporativa, como si fuéramos una empresa o una estrella pop. Es posible que en este toque egocéntrico resida el éxito de algunas redes sociales, aunque en gran parte sea por la novedad del fenómeno, de forma que no sabemos cómo evolucionará esta extroversión digital en la que estamos inmersos, que algunos incluso llegan a decir que puede crear adicción.

En los últimos años están de moda los estudios sobre FB y otras redes, en los que se intenta interpretar que hay detrás de la foto de perfil, y no son pocos los estudios de mercado que han echado sus cuentas con el fin de llenar el ansiado target.

Como veíamos al principio las estrategias retórica, desde las más burdas hasta las más sofisticadas están muy presentes en la actualidad. Nuestro punto a favor es que si las controlamos es posible descodificar los mensajes y separar la paja del heno, aunque sea en el ciberespacio.

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