La timidez, como limitador del acto social de interacción, implica la inoperabilidad en diferentes contextos públicos, de las personas que se ven afectada por la misma, no en el sentido de ruborización o cierta incomodidad ante la socialización, sino como cuestión patológica. Se trata de una fobia social que puede extenderse más allá del contacto directo para alcanzar el virtualizado.