Lo admito: según el pie con el que me levanto estoy a favor o en contra de todo lo que representa el esqueomorfismo. No puedo evitar sentirme atraído por el diseño visual que se deriva de algunas de las interfaces que apuestan por esta tendencia, aunque también me horroriza ver cómo en vez de aprovechar vías de acción e interacción digitales y, por tanto, liberadas de lo material, se apegan a su imitación para limitar su funcionalidad.