¿Qué es Madrid:frontera?
Hay preguntas que por obvias no deberían estar en una reseña sobre una novela, más que nada para que el lector no deje de leerte. Sin embargo, con David Llorente ocurre con frecuencia que esta cuestión emerge muchas veces a lo largo de unas páginas que engullen como un mar negro como la tinta.
En el caso de Madrid:frontera se repite la misma situación que con Te quiero porque me das de comer, al igual que ocurría con otra de sus obras, Ofrezco morir en Praga: es difícil desengancharse y dejar de leer aunque duela.
Leer a Llorente no es fácil, porque no es sencillo encarar la vida si tienes escrúpulos y todavía eres de los que se empeñan en señalar que algo no va bien. Y esta novela tiene voz propia, te avisa de que va “agarrarte de las solapas y te grita: ¡Despierta!”. Para después darte un cabezazo directo a los ojos, uno de esos que te hace ver una luz antes del apagón final.
Madrid:frontera es una novela de personajes, un océano de tinta en el que siempre llueve. La sensación de velocidad se apodera del lector en las primeras páginas desde la génesis de pronunciar un simple nombre que se apodera de la conciencia del lector hasta el final: “Te llamas Igi W. Manchester. Tienes treinta años y tu vida es un interminable día de lluvia”.
Adoro las novelas poliédricas en las que son los personajes los que hablan y los que conducen la historia, donde sea que vaya. Llorente tiene esa capacidad de dejar que la trama fluya, y consigue que nos olvidemos de que hay una narrador que tiene en mente su historia construyendo una voz narrativa singular y reconocible, que, puedes comprobarlo tú mismo, te lleva a lugares donde no quieres estar pero ya es tarde para evitarlo. Solo por eso ya merece el máximo respeto.
La lectura de Madrid:frontera tiene la voluntad de remover tu mundo mientras te propone un relato repleto de (buena, por cierto) literatura. Por cada una de sus hojas circulan referencias literarias que engrandecen el universo de la novela, si estás ojo avizor, produciendo un efecto megáfono para que las palabras resuenen con más fuerza. Bradbury, Huxley, Wells, y también Cela o Blas de Otero son nombres que emergen para gritar, en medio de esta ciudad sin ley, un mundo entre la civilización y la barbarie.
Además de que la novela es un gran ejemplo de novela negra, que tiene un engranaje bien engrasado gracias a todo el universo distópico creado por su autor, también son de agradecer otras cuestiones que acompañan a la novela, como el espléndido avatar (https://twitter.com/madridfrontera) que tiene en twitter, que hace que el dialogo entre novela y lector, sea más profundo, si cabe.
Imaginemos un Madrid en el que ya no queda nada de lo que conocíamos, en el que una lluvia sucia aniquila las conciencias de sus habitantes como una letanía que te mata sin darte cuenta. Una ciudad que ha pasado de interior a tener un puerto deportivo de lujo, porque ahora está rodeada por un mar siniestro en el que habitan criaturas extrañas y bellas a su manera, que conviven con aquellos que se adentran en sus aguas para escapar, no se sabe bien a dónde. Una ciudad en la que la sociedad se ha dividido entre los que tienen trabajo y los que viven inmersos en la influencia del Cubo. Un lugar extraño pero muy familiar en el que no hay atisbo de decencia, salvo una estatua en medio del Km 0, una efigie que no se puede romper, y a la que se agarran las últimas esperanzas de muchos hombres y mujeres.
Los personajes que habitan esta ciudad están tan sucios como la lluvia que les baña cada día, y no lo ocultan porque ya no es necesario. ¿Y tú que harías si te pusieran al límite! Parece que claman desde la propia novela.
De ti depende, querido lector, si quieres seguirles la pista. Pero una advertencia, deberías saber que no se traspasan las puertas del Averno, sin pagar un precio.