Reseña: Cartografías lectoras y otros estudios de lectura. Lectura en las universidades públicas andaluzas, de Mar Campos Fernández-Fígares y Eloy Martos Núñez (coords.)

Celia Corral Cañas (Universidad de Salamanca)

Fernández Fígares-Campos, Mar y Eloy Martos Núñez. Cartografías lectoras y otros estudios de lectura. Lectura en las universidades públicas andaluzas. Marcial Pons. 2014. 254 pág. 20€

El proyecto Cartografías Lectoras brinda la oportunidad de contactar con los núcleos de interés literario y cultural localizados en un referente espacial concreto con el objetivo de promover la lectura universitaria. El volumen colectivo Cartografías lectoras y otros estudios de lectura. Lectura en las universidades públicas andaluzas (Marcial Pons, 2014), coordinado por Mar Campos Fernández-Fígares y Eloy Martos Núñez, actúa como una cartografía de esta cartografía, como un “metamapa” que, si bien, por definición, no alcanza el “metaterritorio”, sí logra plasmar su tipología geográfica y comunicárnosla a nosotros, lectores de lectores.

Cartografías Lectoras se concibe como una iniciativa abierta y colaborativa, realizada a partir de las contribuciones informativas de los miembros de la comunidad universitaria y de los ciudadanos que quieran participar a través de la web <http://www.cartografiaslectoras.com>. Con el deseo de reflejar una realidad presente y, por tanto, expuesta a la mutabilidad, esta plataforma interactiva se configura como un work in progress abierto, colectivo y en constante cambio, que se desarrolla como un “sistema emergente” (Johnson, 2008) construido espontáneamente gracias a la acción simultánea de distintos sujetos y se comporta como un organismo vivo con potencial de futuro.

Cartografías lectoras y otros estudios de lectura está compuesto por dos bloques: “Visibilizando las prácticas de lectura: cartografías lectoras de las universidades andaluzas y sus entornos”, donde se ponen de manifiesto los resultados obtenidos a partir de Cartografías Lectoras en las universidades públicas de Andalucía, y “Otros estudios de lectura”, que recoge ocho artículos que nacen a la luz de esta iniciativa y que reflexionan sobre el fenómeno de la lectura en la actualidad desde una perspectiva multidisciplinaria. El epílogo de los coordinadores, broche final, actúa simultáneamente como cierre e inicio, clausura este trabajo e invita a la inauguración de todos los que, sin duda, están por venir.

Con este doble enfoque conviven dos ámbitos en equilibrio: el proyecto innovador que se nutre de las posibilidades del medio virtual, desde la página web hasta la proyección de una muestra en realidad aumentada para móviles a partir de la aplicación Layar, cultiva a su vez un espacio conceptual para el pensamiento abordado desde diversas áreas. La simbiosis resultante esclarece nuestro bilingüismo cotidiano y generalizado de soportes y lecturas y se constituye como un ejemplo de inmersión de la esfera de las humanidades en el universo digital.

La lectura, objeto protagónico del estudio y del volumen, es entendida desde la introducción de Giovanna Zaganelli en un sentido amplio, como recepción de signos mixtos, heterogéneos, que desbordan los límites del libro e, incluso, del texto. Ante un panorama cada vez más híbrido y complejo, se problematiza también la responsabilidad del ejercicio de descodificación:

El texto literario, las imágenes y las artes figurativas, en sus recíprocas llamadas, que a menudo resultan obligatorias, organizan los modos de la recepción y construyen perfiles de lectores cada vez más exigentes y conscientes, en grado de enfrentarse a los textos, incluso transversalmente. Leer significa comprometerse activamente en varios sistemas de signos tanto en el sentido vertical (diacrónico) como en el horizontal (sincrónico). (2014: 17)

Como lectores de mundo, debemos asumir el desafío de una hermenéutica permanente que, de algún modo, será a su vez la definición de nuestra sociedad. Además, Zaganelli nos recuerda la transcendencia de la literatura sobre el lector (y sobre el autor) y la asimetría constante y asumida entre el carácter eterno e infinito de la primera y el efímero y finito del segundo, condiciones necesarias para este viaje a la naturaleza del la lectura.

El trabajo, originado a partir del Proyecto Atalaya (una red de estudios de las universidades andaluzas que, desde 2005, tiene el cometido de visibilizar la cultura en el ámbito universitario andaluz) y desarrollado por la Universidad de Almería bajo la dirección de Mar Campos Fernández-Fígares y Gabriel Nuñez, según nos cuenta José A. Guerrero Villalba, es un intento de “hacer visible lo invisible” (2014: 22) mediante los medios de comunicación de la actualidad. La exposición de todos los núcleos y eventos culturales tratará de hacer frente al aislamiento y a la ignorancia por falta de información. El mapa será el instrumento clave para la búsqueda del peregrino y le facilitará ser navegante en vez de náufrago.

En la primera parte se reúnen las síntesis de las prácticas de lectura en la Universidad de Almería, la Universidad de Cádiz, la Universidad de Córdoba, la Universidad de Granada, la Universidad de Huelva, la Universidad de Jaén, la Universidad de Málaga, la Universidad de Sevilla y la Universidad Internacional de Andalucía. El retrato del paisaje cultural de cada universidad se compone de diferentes elementos, desde la producción académica hasta la creación literaria, desde la presencia de bibliotecas, librerías, tiendas de cómic, revistas, asociaciones culturales, centros educativos, exposiciones, editoriales o teatros hasta eventos como tertulias, cuentacuentos, recitales, performances o actuaciones de “teatro en proximidad” o microteatro, desde los archivos académicos hasta los blogs literarios.

Parece natural que en este clima de diversidad de actividades culturales se alcance también la interdisciplinariedad en los lectores, puesto que, como alegan Mª Carmen Quiles Cabrera e Ítaca Palmer, “la lectura se convierte en el eje sobre el que construir el conocimiento en todas las materias y titulaciones, por lo que no puede –ni debe– restringirse a las áreas denominadas «de letras»” (2014: 36). Además, como estudio del presente, adquiere una notable relevancia la atención a los nuevos soportes y a sus repercusiones en la figura del lector, para llegar a la conclusión, con Fernando Guzmán Simón, de que ha surgido un “cambio de modelo de lector en la población universitaria, mucho más democrático y heterogéneo que el que había en la sociedad unas décadas antes”  (2014: 87). Para Guzmán Simón este nuevo lector o “escrilector” (Rodríguez, 2005) –añadiríamos también “lectoespectador” (Mora, 2012), por las nuevas leyes de recepción que imperan en el universo virtual y que superan lo textual– “ha interiorizado una alfabetización polimórfica, multimodal, bilateral y electrónica (e. g. Cassany, 2006) adaptada a los nuevos tiempos” (2014: 87). Tal y como dilucida el estudio, una sociedad conectada es, por definición, una sociedad lectora y, en gran medida, “escrilectora”, por el modelo de interacción que se genera en el espacio virtual. Asimismo, las nuevas fórmulas creativas que surgen en este contexto actual forman parte del compendio de referencias culturales del trabajo que sobrepasan los límites analógicos del libro. Y estamos de acuerdo con Guzmán Simón en que “poner en un mismo plano tanto la alfabetización dominante institucional como la vernácula […] ha sido uno de los logros de este proyecto” (2014: 102). La documentación de todo tipo de lecturas –tradicionales e innovadoras, académicas y creativas, elitistas y populares– es un gran acierto, en justicia con el reflejo de la realidad cartografiada.

Las conclusiones del proyecto podrían ser, como sintetiza Rocío Campe Aguado: por una parte, “la idea del fomento de la lectura, sea en el ámbito universitario o no, a través de las redes sociales y utilizando las nuevas tecnologías […] supone un acercamiento directo de la cultura a una gran mayoría de la sociedad” (2014: 139) y, por otra parte, cómo el esfuerzo de los ciudadanos y la involucración institucional por construir este mapa, así como el resultado obtenido, “denotan la pervivencia, interés y acercamiento que aún demuestra el público por todo este mundo” (2014: 140). El vínculo de la esfera cultural a un espacio concreto y su difusión a partir de los nuevos soportes comunicativos se asocia al concepto de “glocalización”, de introducir espacios locales en el inmenso espacio global que es internet, hasta alcanzar una “glocalización transcibercultural” (Romero, 2011: 59), como ejemplifica exitosamente Cartografías Lectoras. En cuanto a la segunda reflexión, el mapa se establece, en efecto, como expresión de una necesidad, de una búsqueda que es justificación y motor de los topógrafos

En la segunda parte, “Otros estudios de lectura”, se integran ocho pensamientos en torno a la lectura que envuelven y completan el proyecto. Entre la multitud de ideas interesantes se podría destacar la importancia de ofrecer visibilidad a todas las prácticas lectoras, en contraposición con los vacíos que, tal y como afirma Alberto Eloy Martos García, suelen presentar los modelos educativos y académicos en relación a prácticas heterodoxas como el  fan fiction o la escritura en juegos y blogs, “prácticas espontánea [sic], al margen de lo comercial y/o de lo institucional, deslocalizadas a menudo, [que] se convierten en prácticas invisibles y marginadas” (2014: 152). La corografía es elogiada como “forma activa e imaginativa de lectura del espacio” que “explora esos espacios deshabitados, esa “inmensidad del territorio” que constituye cada trozo de nuestro entorno o paisaje vital” (2014: 155). Esta iniciativa es una lucha contra el desconocimiento de aquellas creaciones menos reconocidas institucionalmente pero no menos vivas. Además, nace ante la necesidad de reorganizar el espacio informativo por la cantidad de transmisiones que emiten los nuevos medios de comunicación, en cuyo ruido nos perdemos tantas veces, como subraya Paula Dvorakova. María Carreño López también analiza esta problemática, al igual que los distintos acercamientos lectores y las distintas formas de lectura. El espacio en su dimensión cultural y social es objeto de estudio de Álvaro Moral García, para quien “es necesario y urgente hacer ciudad, cartografiar y mapear nuestras realidades, trazar redes, conectar puntos, producir lugares comunes” como un camino necesario para evitar “nuevos procesos de exclusión y fanatismo que se anuncian en algunos lugares de nuestro tiempo” (2013: 224). Una cuestión de interés en la que coinciden varios autores (Paula Dvorakova, Noelia Ibarra y Josep Ballester y Antonio Daniel Fuentes González) es la reacción ante las carencias que muestra el sistema educativo con respecto a los planteamientos de lectura. Tal y como concluyen Ibarra y Ballester:

La educación literaria persigue la formación del hábito lector y la formación del lector crítico, pero si en detrimento del comparatismo y de la importancia de una metodología necesariamente ecléctica, interdisciplinar e intercultural, a partir de un marco teórico riguroso, opta por paradigmas obsoletos, mutila entonces cualquier posibilidad de éxito. (2014: 198)

Los nuevos soportes de creación y recepción literaria componen otro foco de atención. En este sentido, Isabel Morales Sánchez esboza las características del proceso de lectura y de las nuevas creaciones ante el panorama de retos y oportunidades que ofrece la red. Y en esa misma dirección se alude a las expresiones de cultura alternativa y a sus correspondientes “lecturas nómadas”, como aquellas en las que tiene lugar, en palabras de Aitana Martos García, “un nuevo modelo de cognición, situada, emocional y que da un papel relevante al cuerpo, a la gestualidad, y que por tanto no considera a la lectura y a la escritura como un acto mental, desasido de un contexto y una intención” (2014: 232-233). Sean bienvenidos pues, a modo de conclusión, todos los formatos de lectura, todas las lecturas potenciales. No se trata de elegir ni de suplantar; se trata de leer, de crear, de compartir.

Cartografías lectoras y otros estudios de lectura, lectura de lecturas, nos regala, en síntesis, una representación de la comunidad lectora de nuestro tiempo líquido y rizomático, de nosotros mismos, asomados en el juego de espejos borgiano, y de la enriquecedora diversidad ecléctica cultural en la que vivimos.

Bibliografía

Campos Fernández-Fígares y Eloy Marton Núñez (coords.) (2014). Cartografías lectoras y otros estudios de lectura. Lectura en las universidades públicas andaluzas. Madrid: Marcial Pons.

Cassany, Daniel (2005). Investigaciones y propuestas sobre literacidad actual: multiliteracidad, internet y criticidad. Cátedra Unesco de Lectura y Escritura. <http://www2.udec.cl/catedraunesco/05CASSANY.pdf>. (02-11-15)

Johnson, Steven (2008). Sistemas emergentes. O qué tienen en común hormigas, neuronas, ciudades y software. Madrid: Turner.

Mora, Vicente Luis (2012). El lectoespectador. Barcelona: Seix Barral.

Rodríguez, Claudia (2005). “Hipertexto y literatura en Red. El relato digital, los escrilectores y la Cibercultura”. Textos de la Ciber Sociedad 7. <http://www.cibersociedad.net/textos/articulo.php?art=81>. (02-11-15)

Romero, Dolores (2011). “La  literatura digital en español: estado de la cuestión”. Texto Digital vol. 7 (1). <http://www.periodicos.ufsc.br/index.php/textodigital/article/view/1807-9288.2011v7n1p38>.  pp. 38-66. (02-11-15).

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Caracteres. Estudios culturales y críticos de la esfera digital | ISSN: 2254-4496 | Salamanca