Quijotes siempre
Se dirÃa que el tiempo logra redefinir para cada época histórica aquello de esencial que una determinada obra literaria lleva incorporado en su sistema de significaciones o valores formales. Ese proceso de adaptación —esa suerte de update de registros culturales, en el que el anglicismo no es inocente ni casual— se hace evidentemente fecundo cuando la obra actualizada viene ya de por sà condenada por la crÃtica a ser lo que algunos llaman “un clásicoâ€. El peso de esta etiqueta promete crear un cierto halo de privilegios que guardan o preserva a la propia obra en un reducto de autoridad casi inexpugnable. En ese sentido, no cabe duda de que el Quijote se encuentra dentro de ese grupo de obras que han sido enarboladas como materia de cultura universal, lugar o depósito de una memoria —social, cultural o simplemente humana— que surge en determinados momentos para manifestar su estatus de sujeto o ente en constante diálogo con los diversos perÃodos históricos a los que se ensambla a través de los actos de lectura que suscita. Estas lecturas o estas reapariciones cÃclicas contribuyen a todo el proceso de actualización que la obra sufre una vez que es arrojada al interior del sistema —el de los discursos artÃsticos y sociales— en el que se redimensiona su sentido, su forma, su propia definición como obra.
Para este número de nuestra revista hemos querido ofrecer algunas de las maneras a través de las cuales Don Quijote reaparece en el siglo XXI, y más concretamente en la esfera digital, con el fin de observar, también, el diálogo interepocal que dichas manifestaciones suscitan. Este último apunte no hay que tomarlo, en todo caso, como un objetivo previamente diseñado en el seno de los artÃculos de investigación aquà presentados; más bien se tratarÃa de explorar los valores epistemológicos de ese posible diálogo a partir de las reflexiones ulteriores que pudieran emerger. El hecho mismo de haber señalado en este número de la revista una monografÃa sobre un tema como este alude sin ningún tipo de elisión posible a una cierta curiosidad de carácter humanista con respecto a una obra de valores literarios universales. Se conjuntan, por tanto, todas aquellas posibles visiones que hablan del Quijote en un tiempo que también es el suyo y una esfera que a la por encima de todo pertenece. Esta última aseveración confirma nuestras propias intuiciones al asegurar que en el espacio virtual El Quijote se ve sujeto a muchos de aquellos mecanismos de Ãndole ficcional que Cervantes generó precisamente con el fin de carnalizar o materializar a su personaje. La fuerte presencia de una retórica encaminada a hacer real lo irreal de aquella historia de caballerÃas voluntariamente anacrónica es una operación de avanzadilla de lo que hoy en dÃa bien pudiera reconocerse como la gestación de figuras avaráticas o sujetos digitales perfilados a través de su puesta en escena en las redes sociales. La esfera digital y todo lo que a su alrededor circula viene a configurar, por tanto, el espacio ideal para la resemantización, la actualización, el desdoblamiento, la práctica lúdica o incluso el aprendizaje que una obra como esta provoca. En esa dirección, la digitalidad contribuye a fijar y fortalecer todos aquellos mecanismos de conservación de valores estéticos, morales o sociales que la obra trae consigo, haciendo, además, que en su actualización esta cobre una nueva faz, unas nuevas lecturas, unos nuevos parámetros de conexión con el público —todo— al que se dirige. Con ello, la propia memoria de la obra solo puede verse refrendada, afirmada o, más aún, deshistorizada, precisamente para darle ese matiz de constante universal que la hace alejarse de un tiempo para asentarse, con ello, en la totalidad de un presente que no cesa. Confiamos que el presente número sirva como update que permita a la obra seguir aumentando su grado de desarrollo en un entorno cultural que se ha desmaterializado y se ha hecho del todo virtual.
Asà pues, el monográfico de este número, que cubre desde las redes sociales hasta los videojuegos, pasando por proyecots institucionales que aúnan la digitalidad y la obra de Cervantes, ha sido posible gracias a la labor del destacado cervantista José Manuel LucÃa MegÃas, que es también uno de los miembros del consejo editoral de Caracteres. Estas páginas se complementan con las habituales reseñas y la sección de miscelánea, cuya recepción de artÃculos está abierta todo el año.
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