Reseña: El kit de la lucha en internet, de Margarita Padilla

Carlos Santos Carretero (Universidad de Salamanca)

Padilla, Margarita. El kit de la lucha en internet. Traficantes de Sueños. 2012. 125 pág. 6 €.

Margarita Padilla forma parte de ese grupo de personas que luchan por las mejoras políticas y sociales a través de Internet y las nuevas tecnologías. Quizás por eso, siendo consciente de que se habla mucho pero se dice muy poco de ciberactivistas y hackers, nos presenta su obra El kit de la lucha en Internet[1], para que el lector pueda conocer sin tapujos a los diversos grupos que se mueven a través de la Red. Pero, ¿qué clase de lector? Como bien se explica en la introducción A quién va dirigido este libro, Padilla se dirige a todos aquellos que como ella, tienen tendencias militantes o son activistas declarados. Toda persona que luche por los cambios sociales en el mundo de hoy requiere del conocimiento de Internet, puesto que pese a lo técnico e impersonal que dicha herramienta pueda parecer, está profundamente imbuida de elementos sociales. Y, aunque en reiteradas ocasiones pida paciencia a los lectores «menos hábiles», lo cierto es que la lectura se nos hará amena e interesante[2], puesto que en ella se conoce la otra cara de la moneda de lo que dicen los medios oficiales, y eso es algo que siempre merece la atención del individuo.

Una persona de este soterrado mundo se nos está descubriendo, con el objetivo de hacernos ver quiénes y cómo luchan en Internet. Todo ello presentado como el contenido necesario que debe tener un kit de utensilios tal y como empleaban movimientos como los antifranquistas o antiglobalización.

Wikileaks, Anonymous, Hacktivistas, y el individuo de la calle que no se introduce en ninguna «organización» pero que decide luchar por la libertad a través de la Red son los protagonistas absolutos de El kit de la lucha en Internet.

A lo largo de la primera parte de la obra, Padilla muestra sin tapujos los entresijos de la organización que más eco ha tenido en los últimos años dentro de la lucha en Internet: Wikileaks. Comienza, como es natural, por su significado (compuesto de los términos wiki[3] y leak[4]), y hace especial hincapié en los acontecimientos de noviembre de 2010, cuando el grupo filtró a la prensa internacional la escandalosa cifra de 251.187 comunicaciones entre el Departamento de Estado de Estados Unidos y sus embajadas, convirtiéndose en la mayor filtración de documentos de la historia; el Cablegate.

Desde un principio queda claro que Wikileaks está rodeada por un halo de anonimato y desconocimiento por parte de los que no forman parte del grupo, siendo Julian Assange su rostro visible. El objetivo de Wikileaks no es otro que desvelar comportamientos no éticos de diversos grupos: empresas privadas, organizaciones religiosas, y especialmente de los gobiernos, y en especial, golpear las actividades exteriores sospechosas que lleve a cabo Estados Unidos.

A lo largo del capítulo, el lector aprende cómo Wikileaks consigue su información, protege a sus confidentes y la publica, valiéndose precisamente de los instrumentos de comunicación del poder que tanto critica: la prensa internacional «convencional», con exponentes como The Guardian, The New York Times, El País o Der Spiegel.

Las primeras filtraciones se remontan al verano de 2010, y en ellas se confirmaron secretos a voces (prisioneros torturados en Afganistán, víctimas civiles, violaciones…), pero no fue hasta el estallido del Cablegate[5] cuando el gobierno estadounidense comienza a atacar a Wikileaks, colapsando su web. El tira y afloja entre ambos no ha hecho más que empezar. Durante esos días, toda aquella compañía que haya ofrecido apoyo o que estuviera vinculada con Assange y los suyos (alojando sus servidores, permitiendo donaciones…) cede a las presiones estadounidenses. Amazon, EveryDNS, PayPal, el banco suizo PostFinance…, todos van dando de lado a la organización, la cual es recibida con los brazos abiertos por el Partido Pirata suizo. Sin embargo, la lucha aún no había terminado, puesto que el propio Assange fue detenido en Londres por supuestos delitos de agresión sexual.

Esto conlleva que hackers simpatizantes de Wikileaks (pero ajenos a la misma) comiencen una guerrilla a lo largo y ancho de Internet, realizando incontables copias de la propia web para conseguir que la filtración más escandalosa de documentos de la historia estuviera al alcance de cualquiera, lo cual evidencia lo siguiente:

  • La podredumbre política de los Estados «democráticos».
  • La responsabilidad de los ciudadanos y especialmente de los medios de comunicación por no haber controlado a los políticos.
  • Se pone en tela de juicio al propio periodismo «convencional». ¿Ante quién   responde? ¿Por qué no fiscaliza a los políticos?

Padilla recoge numerosas citas por parte de intelectuales y periodistas de diversa índole que reflexionan no solo sobre estas cuestiones, sino también acerca de que quizás Wikileaks no sea sino la otra cara de la moneda de aquello a lo que critica. Para algunos únicamente es un grupo mesiánico que emplea la lengua del poder de la misma forma que sus enemigos y busca convertirse en el único medio de información fiable:

Wikileaks quiere la totalidad, hay una dimensión profundamente autoritaria en su seno: ser el ojo que todo lo ve para facilitar la «eterna vigilancia» que complete el proyecto de libertad de los padres fundadores de los Estados Unidos de América. (García de Castro, 2010)

Otros van aún más allá y dicen que la propia CIA ha orquestado todo, revelando supuestos secretos para contentar al ciudadano, pero dejando los verdaderos trapos sucios a la sombra:

Esta hipótesis apunta a que a fin de cuentas los secretos revelados por la organización están cuidadosamente seleccionados de acuerdo a una compleja agenda, pero que a fin de cuentas los hechos más significativos, que realmente revelarían los intereses de la elite geopolítica, son simplemente mantenidos en la sombra, por ejemplo la necesidad de Estados Unidos de que Pakistán continúe apoyando a los talibanes para mantener a flote la supuesta guerra de Afganistán, la cual forma parte de un mega show bélico destinado a lucrar el tráfico mundial de heroína y a mantener activa la economía de guerra estadounidense. (Arkantos, 2010)

Aún así, la mayoría de la opinión pública se decanta por pensar que el intento de acabar con Wikileaks supone un ataque contra la libertad y la democracia[6], a la vez que el periodismo de investigación convencional se encuentra anquilosado y necesita renovarse urgentemente.

Todo esto lleva al lector algo avispado ante la siguiente incógnita, ¿por qué confía Wikileaks en la propia prensa, cuando para muchos se encuentra obsoleta y sirve al propio poder? Básicamente porque se trata de la forma más eficaz de comunicación. Si hubieran entregado sus documentos a los medios antisistema, estos ahora mismo serían historia. En cambio, apoyándose en los propios medios afines al poder, no solo se garantiza la supervivencia de los medios, sino que se ven obligados a publicar las filtraciones debido al derecho a la libertad de prensa.

Una nueva cuestión surge a raíz de la relación entre Wikileaks y los medios. ¿Acaso Wikileaks realiza una labor periodística? Padilla lo tiene muy claro. No. Es un periodismo tan nuevo que desdibuja las fronteras entre lo que es periodismo y lo que no. Wikileaks carece de línea editorial, la ideología hacia la izquierda o la derecha no está en su ser. Únicamente filtra información, no la analiza ni la modifica. De eso se encargan otros. ¿Entonces qué es? ¿Periodismo ciudadano? ¿Un medio de contrainformación digital? Ni tan siquiera eso. Según miembros de Hacktivistas, Wikileaks no necesita de los medios de contrainformación. De hecho, son ellos quienes necesitan a Wikileaks. Nodo50, Kaos en la Red, Rebelión y otros son los que deben tomar las filtraciones, darles un contexto y generar un discurso claro pero profundo.

El mayor valor que ofrece Wikileaks, de acuerdo a lo que dice la obra, no es que se haya desvelado información privilegiada de los gobiernos y que únicamente unos pocos eruditos la puedan entender, sino que esos datos han llegado a millones de receptores, haciendo que todos ellos sean capaces de encontrar información de valor. No es ni más ni menos que información en bruto que cobra verdadera forma cuando la gente se acerca a ella y trata de darle forma. Y mientras más colaboren en esta tarea, las revelaciones serán aún más completas. Algo que ni los medios tradicionales ni los de contrainformación habían llevado a cabo hasta entonces.

Wikileaks contribuye a crear un espacio público común, renuncia al propio control, logra que la misma información sea más común al estar al alcance de cualquiera, replantea el papel de los grupos activistas y cuestiona los discursos plenos y acabados. De hecho, parte de su éxito en la red se debe precisamente a que está inacabado, dispersando toda la información por todas partes, valiéndose de los conceptos de apertura, flexibilidad y distribución, precisamente las bases que sustentan la arquitectura de la Red, y gracias a la recursividad que otorga Internet. De esta manera, el Cablegate muestra la forma en la que un cambio puede replicarse, generar otros y mayores, retroalimentarse y finalmente redefinir la realidad, llegando incluso a suponer una crisis en la propia organización, así como una catástrofe para los medios que forman parte del poder corrupto. Tal y como ha sucedido hasta el momento.

De la misma forma que con Wikileaks, Padilla analiza sin tapujos al célebre grupo de hackers Anonymous, empezando desde la orientación de la Operación Payback en defensa de Wikileaks y el ataque a PayPal y PostFinance, para posteriormente dirigirse contra Visa y MasterCard, emporios del dinero plástico que habían bloqueado las donaciones a Wikileaks, así como su fallido asedio a Amazon.

Lo que comenzó como una lucha contra la censura en Internet y contra el copyright poco a poco va tomando tintes más políticos[7]. De este modo, el lector puede conocer todos los entresijos de la lucha que los miembros de Anonymous mantienen contra la industria discográfica, fonográfica y contra todos aquellos que buscan controlar Internet.

Ahora bien; ¿qué es exactamente Anonymous? Mucho se ha dicho de este conocido grupo de hackers en los últimos tres años, pero en realidad poco se sabe de ellos[8]. Su mensaje es simple y genérico: se definen como luchadores por la libertad, especialmente de la libertad de expresión en Internet. Curiosamente, en las proclamas que realizan los diferentes grupos que luchan en Internet, la libertad posiblemente sea el  concepto que más se repita. Tal y como ocurría en el caso de Wikileaks, Anonymous está  revestida de una fuerte ambigüedad, valiéndose de los instrumentos del poder para defender la libertad de expresión mientras atenta contra el propio sistema. De este modo, y aunque no sean movimientos completamente afines, Anonymous considera al grupo de Assange un compañero de esta lucha en el que la ambigüedad deliberada, el discurso genérico lleno de palabras de perfil bajo[9] y los dispositivos inacabados están a la orden del día.

Todo esto aparece enmarcado en el enfrentamiento por el control, disfrute y difusión de los bienes inmateriales surgidos a raíz de la revolución digital, fáciles de producir y difíciles de controlar. De hecho, la lucha por el disfrute de estos bienes y contra la censura política van de la mano. Economía y política se funden en el kit de la lucha.

Una de las cosas que ha quedado clara tras el episodio de Wikileaks es que Internet es aún un terreno pantanoso en el que no hay derechos ni garantías totalmente asegurados: «Si un día PayPal decide cancelar la cuenta de Wikipedia […], ya no podremos dar dinero a ese proyecto: lo que hacemos en la Red lo hacemos mientras nos lo permiten» (Padilla, 2012: 76).

Hacktivistas es el  tercer gran grupo del que habla Padilla en su obra pero, al contrario que Wikileaks y Anonymous, es de carácter local, operando en España desde 2008. Su objetivo es fomentar que los bienes inmateriales que ofrece Internet se compartan libremente, así como una sociedad libre con tecnologías libres. Todo ello a través del copyleft y de manera pública y accesible. Cualquiera que lo desee puede unirse a ellos y participar en discusiones y acuerdos con otros miembros de la organización. Siempre dentro de la legalidad y bajo un enfoque de no violencia activa. Hacktivistas no traspasa la frontera, sino que la mueve. Esta acción viene precedida por Compartir es bueno, plataforma previa a Hacktivistas que buscaba desmentir las campañas del gobierno que criminalizaban las descargas, puesto que estas no son ilegales en España (al menos no de momento). Una de sus labores más destacadas a este respecto fue la elaboración de un manifiesto en el que afirman que la propiedad intelectual es una contradicción, que la creatividad se defiende compartiéndola, que compartir cultura es un derecho, algo legítimo y legal, y que no debe ser perseguido. Para ello, ya una vez reconvertidos en Hacktivistas, sus miembros se valieron de diferentes estrategias para hacer llegar su mensaje, como el caso del  Google Bombing a la campaña del Ministerio de Cultura Si eres legal, eres legal, consiguiendo que el propio Gobierno les hiciera publicidad de forma indirecta[10].

El episodio del famoso paquete Telecom y su fracaso en el Consejo de la Unión Europea supuso todo un mazazo para la unión entre el lobby político de las telecomunicaciones y el de los derechos de autor cuando buscaron autorregular los contenidos de Internet y hacer que la Red dejara de ser neutral. El papel de Hacktivistas en este capítulo viene en forma del software Xmailer, que permitió enviar más de 200.000 correos electrónicos de ciudadanos a sus representantes en la Unión Europea  acerca de la propuesta del paquete Telecom en menos de 48 horas.

Otro sonoro batacazo fue el de la famosa ley Sinde, chapuza que no sabe distinguir entre enlaces, dominios, webs, P2P… Un ejemplo más de que quienes legislan no conocen aquello sobre lo que legislan. Hacktivistas estuvo ahí desde el principio para hacerle frente, y actualmente, pese a haber sido aprobada, la organización se ha centrado en divulgar métodos para sortearla. La Red está diseñada para evitar el control, y siempre habrá una manera de evitarlo. El aporte de Hactivistas estuvo en un software buscador de enlaces P2P que se incrusta en las webs, sin interferir en el funcionamiento de las mismas.

Tampoco puede olvidarse la nueva campaña de Xmailer que «sufrieron» los propios miembros del Congreso español, acabando con las baterías de los móviles de los diputados en un abrir y cerrar de ojos (aunque el objetivo real del Xmailer siempre fue abrir un canal de comunicación entre los ciudadanos y sus representantes).

Por último, una de las acciones más conocidas de este grupo fue el Sindegate, una campaña de información surgida tras el escándalo del Cablegate con el objetivo de demostrar que la ley Sinde proviene de órdenes estadounidenses, así como de la presión que ejerce este país sobre otros para promover sus intereses económicos.

Todo esto muestra que Hacktivistas realiza sus actividades de forma abierta y pública, con una estrategia que desdibuja la línea de lo legal. La transparencia es una de sus principales estrategias. Es muy distinto de Anonymous, y, sin embargo, el recorrido que hay entre unos grupos y otros es muy similar. De hecho, se puede estar a la vez en ambos grupos, formando así una disidencia «entre amigos» que prácticamente no tiene coste alguno.

Hasta el momento, Padilla ha presentado las herramientas de la lucha por Internet más «convencionales», pero ¿cómo se mantiene la lucha cuando el Gobierno acaba con el ADSL y las llamadas «nuevas tecnologías»? Ese es el caso de Egipto, que tuvo que recurrir a los vetustos módems y a la ayuda de hackers de todo el mundo para volver a la línea de fuego, lo que demuestra que en la lucha por el software libre no hay que despreciar a las tecnologías obsoletas, ya que estas, junto a la creatividad, son herramientas muy valiosas.

¿Y cómo obtienen sus recursos estos hackers? Muchos de ellos, como opción a su propia precariedad, están montando «empresas» con clara orientación política. Funcionan como operadores de telecomunicaciones (lorea.org), plataformas para la comunicación entre ciudadanos y sus representantes (oiga.me) o alternativas al Internet oficial en caso de que este desaparezca (guifi.net).

La lucha en Internet se ha convertido en una contienda que si bien no es absolutamente horizontal, permite que grandes y pequeños jueguen con otras reglas, puesto que un grupo de individuos totalmente corrientes puede hacerse notar. Y esa es la última parada que realiza El kit de la lucha en Internet. Un claro ejemplo de este cambio de reglas en el tablero fue el «Manifiesto en defensa de los derechos fundamentales de Internet», redactado en un solo día por cuarenta personas de diferentes posicionamientos políticos y empresariales, pero unidos por su oposición a la ley Sinde. La rápida redacción y elaboración del texto pudo llevarse a cabo gracias a la herramienta Google Wave, que permite la escritura colaborativa. Su éxito fue enorme tanto en Twitter como en Facebook, consiguiendo que el Ministerio de Cultura se viera obligado a llevar a cabo ciertas medidas de acercamiento con sus opositores en esta materia, ya fuera mediante breves reuniones o incómodas cenas en las que lo único que se respira era el miedo a la renovación y la ignorancia hacia las nuevas tecnologías. Es cierto que no es fácil que las soluciones surjan, pero del diálogo y la discusión nacen preguntas que tarde o temprano permitirán arrojar luz a este espinoso tema, siempre y cuando «los de arriba» quieran entender.

El kit de la lucha en Internet es un repaso completo a los principales grupos que se oponen al poder en Internet. Padilla los ha presentado, analizado sin complejos, mostrado la escala en la que trabajan, expuesto sus distintas y antagónicas maneras de luchar, equiparado en torno a las preguntas que buscan, y por último, señalado cuáles son los instrumentos más adecuados de cara a tener en un kit de la lucha en Internet. La Red es ingobernable y las anticuadas formas de ver el mundo por parte del capitalismo son inútiles en una arquitectura en constante cambio. Acercarse a esta obra es una forma estupenda de iniciarse en la lucha.

Bibliografía

Arkantos (2010, 4 diciembre). «Más razones para dudar sobre Wikileaks». Mystery Planet.  <http://www.mysteryplanet.com.ar/site/?p=2568>. (15-3-2013)

García de Castro, Carlos (2010, 9 diciembre). «Wikileaks o el Prometeo de humo». Contraindicaciones.  <http://www.contraindicaciones.net/2010/12/wikileaks-o-el-prometeo-de-humo.html>. (15-3-2013).

Lobo, Ramón (2010, 3 diciembre). «La Primera Guerra Mundial cibernética contra Wikileaks». El País. <http://blogs.elpais.com/aguas-internacionales/2010/12/la-primera-guerra-mundial-cibertenica-contra-wikileaks.html>. (15-3-2013).

Padilla, Margarita (2012). El kit de la lucha en Internet. Madrid: Traficantes de sueños

Caracteres vol.2 n.1

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Notas:    (↵ regresa al texto)

  1. La obra cuenta con la licencia de Creative Commons, que nos permite compartir, remezclar y comercializar la obra siempre y cuando se reconozca al autor de la misma, así como compartirla mediante una licencia similar a esta.
  2. Lo que más quebraderos de cabeza podría causar son algunos capítulos con algunos términos informáticos relacionados con las actividades Anonymous (cracking, ataques DoS, cañones de iones de órbita baja, botnet…), pero todo es explicado de una manera bastante efectiva y mediante no pocos ejemplos y testimonios.
  3. Como dice la propia autora, nombre muy común en Internet para designar una web cuyo contenido es informativo y se desarrolla entre muchas personas.
  4. En inglés «fuga, goteo, filtración».
  5. Donde se revela una cantidad ingente de material relativo a vulneración de los derechos humanos, legalidad y presiones a otros países (en el caso de España hay apartados dedicados al caso de la muerte del cámara gallego José Couso o la ley Sinde, entre otros).
  6. Ramón Lobo, «La Primera Guerra Mundial cibernética contra Wikileaks», elpaís.com, 3 de diciembre de 2010.
  7. Especialmente cuando tras la finalización de la Operación Payback decidieron iniciar una nueva, denominada Leakspin, en la que centraron sus esfuerzos por divulgar aún más las filtraciones.
  8. El origen se remonta al foro 4chan.org., frecuentado por usuarios de videojuegos, lectores de cómics y adictos a las descargas de películas. Desde ahí llevan a cabo sus sus primeros ciberataques. A través de la lectura, se observa claramente que Anonymous no es una organización, puesto que carece de estructura y dirigentes. Es únicamente un grupo de gente que actúa «a su aire», representa el avatar de una identidad colectiva, pues no en vano toman como uno de sus símbolos la conocida máscara del protagonista del cómic V de Vendetta. De hecho, algunos de sus detractores los acusan de que se ven a sí mismos como antihéroes del mundo cibernético que se nutren de la cultura «geek» para creer que hacen algo «épico», identificándose con imágenes del mundo del ocio que logran atravesar el mero cliché y convertirse en un dispositivo inacabado que posibilita la subversión.
  9. Hacktivistas también emplea una terminología similar, de la misma forma que el 15M y otros grupos similares emplean términos como «democracia», «consenso» o «respeto» en sus discursos.
  10. El cara a cara argumental entre Cultura y Hacktivistas que tuvo lugar en las páginas del País el 1 de diciembre de 2008 también merece ser recordado.

Caracteres. Estudios culturales y críticos de la esfera digital | ISSN: 2254-4496 | Salamanca