Nuevas reflexiones sobre por qué he dejado de crear e-Literatura

New thoughts on why I have stopped creating e-Literature

Eugenio Tisselli (Universitat Pompeu Fabra)

Artículo recibido: 20-2-2012 | Artículo aceptado: 29-2-2012

ABSTRACT: I have stopped creating new works of e-Literature. I feel that the ethical questions which surround the creation of artworks within an electronic medium are too important to be ignored. In this essay, I reflect upon the note through which I originally announced my decision, whose main intention is to point the attention of the e-Literature community towards the serious absence of ethical assessments within the discipline. I believe these assessments should be considered and integrated as parameters for both the creation and the study of the works of e-Literature. In face of the undeniable materialness of digital technologies, whose manufacturing processes imply the dismantling of natural and social systems in different parts of the world, I believe that rethinking the relationships between literature and its new medium becomes an urgent task, which should be approached in a multidimensional way, including ethics, transdisciplinary research and critical engineering.
RESUMEN: He decidido dejar de crear nuevas piezas de e-Literatura. Siento que las dudas e interrogantes de naturaleza ética que rodean a la creación artística electrónica son demasiado importantes como para ser ignoradas. En este ensayo, reflexiono sobre la nota con la que originalmente anuncié esta decisión, cuya intención es la de atraer la atención de la comunidad de creadores y estudiosos de la e-Literatura hacia la grave ausencia de una valoración ética, considerada e integrada como parámetro tanto de creación como de análisis. Ante la innegable materialidad de las tecnologías digitales, cuya fabricación implica el desmantelamiento de sistemas naturales y sociales alrededor del mundo, me parece urgente replantear la relación del arte y la literatura con sus nuevos soportes, desde una dimensión en la que tengan cabida la ética, la investigación transdisciplinar y la ingeniería crítica.

KEYWORDS: e-literature, authorship, critical engineering
PALABRAS CLAVE: e-literatura, autoría, ingeniería crítica

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«When people are asleep we must all become alarm clocks»
Jello Biafra, The power of Lard.

 «La técnica no es, en cuanto tal, dominio de la naturaleza, sino el dominio de la relación de la naturaleza con lo humano»
Walter Benjamin. Dirección única.

 

1. Introducción

En noviembre de 2011 escribí una nota en inglés explicando por qué he dejado de crear e-Literatura, la cual traduzco en seguida:

Todo empezó de una forma bastante inocente. En enero de 2011 viajé a Tanzania con el propósito de trabajar con un grupo de campesinos, invitándolos a utilizar teléfonos móviles e Internet para crear una base de conocimientos compartida sobre sus prácticas, innovaciones y necesidades. Mi intención era proponer esta base de conocimientos como una interfaz para la comunicación inter-sectorial entre campesinos y agrónomos. Desarrollé una plataforma cuyo programa, tanto funcional como estético, persigue la integración de los sistemas de conocimiento de ambos grupos, buscando entretejer las narraciones audiovisuales de los campesinos (tradición oral y observación) y los análisis de los científicos, basados en la palabra escrita.

Mi lectura del Reporte IAASTD (International Assessment of Agricultural Knowledge, Science, Technology for Development), un documento de 600 páginas publicado por un equipo internacional de científicos en 2009, me motivó a iniciar el proyecto con campesinos. Una de las innumerables contribuciones de este reporte es el reconocimiento de que el saber científico, por sí mismo, no es capaz de aportar soluciones a los retos increíblemente complejos que la agricultura enfrenta alrededor del mundo. Como sistema de conocimientos predominante, y a pesar de múltiples intentos, la ciencia ha fracasado en detener la pobreza y el hambre. Ha fracasado en la tarea de enlazar estos problemas con otros campos no científicos, tales como el comportamiento de los mercados globales y la inestabilidad política. Asimismo ha negado otras formas de conocimiento, tales como aquellas que los campesinos de todo el mundo han ido transmitiendo de generación en generación a lo largo de los siglos, y que les han permitido alimentarse a pesar de todo tipo de adversidades. Al convertirse en el sistema de conocimientos dominante, y al resistirse a emprender nuevas formas de investigación transdisciplinarias y multisectoriales, la gran mayoría de los científicos se han convertido, efectivamente, en ciegos liderando a ciegos.

Mientras aprendía estas lecciones, intentaba encontrar cómo podrían relacionarse con uno de los campos en los cuales he contribuido activamente durante la última década: la Literatura Electrónica, o e-Literatura. Una frase muy popular de estos últimos tiempos, «think out of the box» («piensa fuera de la caja»), comenzó a girar en mi mente. Inmediatamente la transformé en «think out of the book» («piensa fuera del libro»). Quienes en algún momento de su trabajo hayan creado piezas de e-Literatura, y, sobre todo, quienes estudian el campo, saben que esta nueva forma de escritura alcanza su esplendor cuando existe fuera del libro. Pero mi nueva frase no se refería al libro como objeto, sino como metáfora para describir el sistema de conocimiento científico y académico que se ha formado en torno a la e-Literatura. Se convirtió en una invitación para dejar de pensar exclusivamente desde dentro de nuestro campo y preguntarme «¿qué diablos estoy haciendo?» ¿Tengo alguna idea clara sobre ello, de su relación con el mundo?

Estos son mis pensamientos: rehúso a crear más piezas de e-Literatura sólo por explorar nuevos formatos y soportes, y estoy fuertemente en desacuerdo con seguir estudiando y entendiendo la e-Literatura exclusivamente desde dentro del campo académico literario. Por su propia definición, la e-Literatura «vive» en los medios electrónicos. Pero, como comunidad académica que somos, ¿nos hemos preguntado sobre los daños ambientales y humanos que estos medios provocan? ¿Sabemos de dónde provienen los minerales necesarios para la fabricación de ordenadores y móviles, y bajo qué condiciones se extraen? ¿Qué hay de las condiciones de trabajo, prácticamente esclavitud, que medianas y grandes empresas imponen en los procesos de fabricación, no tanto para bajar costos de producción sino para maximizar beneficios? ¿Hemos estudiado profundamente las implicaciones socioeconómicas de utilizar los ordenadores como herramientas literarias, en un momento en que todas nuestras instituciones se están colapsando? Brevemente, ¿estamos siendo responsables? Me he preguntado estas cuestiones muy seriamente.

Al día de hoy he decidido, temporalmente, dejar de crear nuevas piezas de e-Literatura. Siento que las cuestiones que rodean a la creación artística electrónica son demasiado importantes como para ser ignoradas. Y así, hago un llamado a una investigación verdaderamente transdisciplinaria y multisectorial sobre literatura electrónica. Una investigación que no ignore los contextos sociales, culturales y económicos que actualmente están siendo destruidos sólo para que nuestras herramientas digitales sigan estando a la mano. Específicamente, estoy pensando en África, y en muchos otros lugares alrededor del mundo en los que la tierra está siendo arrebatada a sus habitantes para explotarla, en los que sociedades enteras están siendo condenadas a sufrir para que así nosotros, los afortunados, podamos seguir creando. ¿Se trata de una mera coincidencia el hecho de que la e-Literatura no esté siendo creada o estudiada en dichos lugares? No lo creo.

No estoy diciendo que tú también deberías parar. Respeto y admiro profundamente el trabajo de la comunidad internacional dedicada a la e-Literatura. Creo en la libertad individual, y justamente por ello, también espero ser cuestionado. Mis palabras no significan que debemos retroceder para declarar, simple y llanamente, que la literatura electrónica (o cualquier uso de los ordenadores) es insostenible. La escritura y la programación siempre serán mis grandes pasiones y creo sinceramente que no es posible volver a «pensar dentro del libro», tanto literal como metafóricamente. Pero lo que de verdad necesito expresar, antes de continuar creando piezas de e-Literatura, es una necesidad urgente de lograr una visión más compleja y completa de lo que he estado haciendo, y reflexionar sobre sus implicaciones, a menos que esté de acuerdo en colaborar ciegamente en la vertiginosa destrucción de nuestro mundo. Finalmente, quisiera que mis palabras resonaran en aquellos que también sienten esta necesidad: os invito a que juntos pensemos fuera del libro. (Tisselli: web)

2. Las consecuencias

Una vez lanzada la piedra, no he escondido la mano. En cuanto publiqué esta nota en mi perfil de Facebook, las reacciones de mis colegas no se hicieron esperar. En un principio, los comentarios expresaban sorpresa o empatía. Sin embargo, al publicarla en Netartery, aparecieron las descalificaciones. La más acomedida de ellas, hasta el día de hoy, ha sido la que Mark Bernstein, director de Eastgate Systems, la histórica empresa que desde 1982 publica Serious Hypertext, escribió en su blog. Aunque breve, su crítica no tiene desperdicio. Bernstein se ha tomado la molestia de revisar mi currículum, presentando así una evidencia irrefutable: en estos últimos años he viajado demasiado en avión (sobre todo para asistir a conferencias y festivales de e-Literatura) y, según Bernstein, ello no solamente me convierte en un terrible generador de CO2, sino también en presunto hipócrita. Perdóneme, Sr. Bernstein, pero esto equivale a invalidar a quien decide hacerse vegetariano, usando el «argumento» de que ha comido demasiada carne a lo largo de su vida. No se puede parar sin antes haber caminado. Si, he tomado muchos vuelos recientemente, pero ese nomadismo ha sido uno de los efectos colaterales de mi trabajo. De ahora en adelante mi abstención contribuirá, seguramente, a reducir mi huella personal de emisión de gases de efecto invernadero.

Una crítica mucho más seria, y en la que coinciden algunas personas que han reaccionado en contra de mi nota, es que en lugar de dejar de crear, debería canalizar mi rabia y mis frustraciones hacia mi propio trabajo artístico. Me han sugerido tomar como ejemplo a artistas / activistas cuyo trabajo admiro, digitales y no: desde Thoreau y su desobediencia civil, hasta los italianos Molleindustria, famosos por sus videojuegos críticos. No explicaré por qué, ya que se trata de una opinión estrictamente personal, pero no creo en la efectividad del arte como medio para la denuncia. Como respuesta, hago mías las palabras de Bartleby el escribiente, personaje de Hermann Melville: «Preferiría no hacerlo». En todo caso, que mi abstención sea mi arte.

Mi intención, al escribir aquella nota abstencionista, no era la de ganar adeptos: lo que yo haga o deje de hacer es poco importante. Lo que yo pretendo lograr, a través de un acto que es radical y hasta cierto punto doloroso para mi, es atraer la atención de mi comunidad al gran ausente en la mesa de la e-Literatura: la ética, entendida como parámetro tanto de creación como de estudio. Pienso que nos hace falta, a todos, un buen baño de realidad para salir del tecnoentusiasmo que las «nuevas» herramientas de escritura parecen haber suscitado. En «Beyond the edge of the known world», el filósofo William James Earle escribe:

Los expertos, sentados en sus cómodas posiciones, hablarán sobre la ‘revolución digital’ y la ‘aldea global’. Una vez más, no hay que pensar que lo que dicen es falso, ni que es totalmente irrelevante. Simplemente, necesita ser visto y entendido en contraposición con el transfondo del mundo real, muy bien evocado por un personaje de Les fourmis, la novela de Bernard Werber: ‘Avant, lorsque j’était toute jeunette, on se disait qu’après le passage du millénaire il se produirait des choses extraordinaires, et tu vois, rien n’a évolué. Il y a toujours des vieux dans la solitude, toujours des chômeurs, toujours des voitures qui font de la fumée.’ (Earle, 2012: 101-102)

A pesar de las críticas negativas, mis intenciones no han caído del todo en saco roto. Escritores, estudiosos y críticos como Daniel Escandell o Vicente Luis Mora han retomado mi nota para incluirla dentro de sus propias reflexiones. Mora, en su artículo «La opacidad tecnológica: lo que no vemos en las máquinas», se ocupa del doble juego de ocultamiento y revelación en el que las tecnologías actuales nos envuelven, señalando directamente la paradoja: estas «nuevas» herramientas nos permiten ver y ser vistos más allá de nuestro entorno físico inmediato, a la vez que  esconden los procesos y la materialidad (esta última, habitual y convenientemente ignorada en aras de la supuesta «inmaterialidad» de lo virtual) que hacen posible dicha visión aumentada. Mora concluye así su breve reflexión: «No mirar, no ver, no querer levantar de modo simbólico la tapa de los aparatos con los que trabajamos y con los que escribimos, preserva la tremenda oscuridad de una tecnología cada vez más opaca». Y me parece que esta cuestión trae a la luz una de las grandes preguntas ausentes en la e-Literatura, y disciplinas afines: ¿cuál es la naturaleza de la tecnología? ¿Cómo contraponerla con el trasfondo del mundo real, como pide Earle? Las palabras de Mora parecieran llevar implícita una dedicatoria a ciertos investigadores de la e-Literatura que reivindican su derecho a no saber cómo funcionan los ordenadores o el código que da vida a las obras, ya que, según ellos, ese velo de ignorancia no impide el gozo del lector, ni merma la calidad literaria de la obra, ni hace imposible su estudio desde un punto de vista literario.

3. La naturaleza de la tecnología

La Filosofía de la Tecnología es una disciplina, subsidiaria y relativamente jóven, de la filosofía. Se acepta que el libro de Ernest Kapp Grundlinien einer Philosophie der Technik (Principios de una filosofía de la tecnología) dio origen a la Filosofía de la Tecnología en 1877, aunque ello no significa que filósofos tan antiguos como Platón o Aristóteles no se hayan preguntado sobre el papel que juega la tecnología dentro de la sociedad, o descrito y analizado cómo se hacen las cosas (techné). Entre la multitud de taxonomías y metodologías existentes dentro de la Filosofía de la Tecnología en la actualidad, se pueden distinguir tres diferentes ángulos sistemáticos:

  1. Como una clarificación de la naturaleza de la tecnología, entendida como elemento y producto cultural.
  2. Como una reflexión de las consecuencias de la tecnología en la vida humana.
  3. Como una investigación de las prácticas de la ingeniería, la invención, el diseño y la fabricación de las cosas.

A pesar de esta triple posibilidad de aproximación, el propio sujeto de estudio, la tecnología, carece de una definición uniforme. Traduzco aquí un párrafo de la entrada sobre la Filosofía de Tecnología, tomado de la Internet Encyclopedia of Philosophy, que puede permitirnos esbozar una respuesta sobre la naturaleza de la tecnología, y darnos una clave sobre cómo aproximarnos a un análisis ético de la e-Literatura:

La filosofía de la tecnología se enfrenta al reto de clarificar la naturaleza de los fenómenos que ocurren dentro de un dominio particular, sin haber podido establecer cuáles son las fronteras de dicho dominio. Tal vez la mejor manera de salir de esta situación es acercarse a la cuestión estudiando caso por caso, teniendo en cuenta que los varios casos están conectados por el sólo hecho de involucrar a la tecnología entendida en el sentido más amplio del término. En vez de preguntar qué es la tecnología, y cómo se puede caracterizar su naturaleza, tal vez sería mejor examinar las naturalezas de instancias particulares de la tecnología y, al hacerlo, lograr una mayor claridad con respecto a ciertos fenómenos localizados.

Me parece de fundamental importancia que este examen puntual de la tecnología pueda hacerse considerando parámetros éticos: más allá de las fronteras de lo literario. Un ejemplo de esta metodología de análisis «caso por caso» en la e-Literatura, lo da Christopher Funkhouser en su libro New Directions in Digital Poetry (2012). Más que buscar generalizaciones o proponer taxonomías que pretendan clasificar la enorme variabilidad de los trabajos de e-Lliteratura, Funkhouser elige un puñado de piezas creadas por diferentes escritores, y profundiza en ellas. Se trata de un esfuerzo crítico sobresaliente, en el cual se analizan casos específicos desde criterios conceptuales, estéticos y técnicos. Sin embargo, aún en el trabajo de Funkhouser, las consideraciones éticas brillan por su ausencia.

Pero, ¿cuáles pueden ser los criterios éticos a utilizar para valorar las obras de e-Literatura? Quisiera dejar abierta esta pregunta, para responderla en un futuro próximo, y en colaboración con personas mucho mejor preparadas que yo para hacerlo. Pero me anticipo un poco: estos criterios, cuya aplicación debería ir más allá de los contenidos de la obra para poder analizarla íntegramente, en tanto que objeto tecnológico existente en el mundo, seguramente tendrán que ver con cuestiones ambientales, sociales y económicas, variables y elásticas según el momento y contexto histórico. Estos criterios éticos habrán de interactuar, asimismo, muy estrechamente con los literarios, estéticos y conceptuales. El trabajo crítico sobre una obra podría, por ejemplo, matizar algún problema ético ante una estética sobresaliente, o una elaboración conceptual muy bien lograda. De cualquier forma, introducir consideraciones éticas, tanto en la creación como el estudio de la e-Literatura y prácticas creativas afines, implica poseer una capacidad de visión sin precedentes.

4. Transparencia

Vilém Flusser escribió en 1983 sobre el futuro de la escritura, y compilado posteriormente por Ströhl que:

La forma más sencilla de imaginar el futuro de la escritura, si es que la tendencia presente hacia una cultura de la tecno-imagen sigue adelante, es imaginar la cultura como un transcodificador gigante de textos a imágenes. Será una especie de caja negra con textos como entradas e imágenes como salidas. (2002: 67)

Aunque esta cita, en esencia, no parece decir nada substancialmente nuevo (¿qué ha sido la escritura, a lo largo de siglos, sino un constante baile entre lo sensible, lo pensable y su trazo?), señala sin embargo al adversario a vencer: la caja negra. Todo en nuestro mundo cada vez más tecnificado tiende hacia la opacidad, como ya apunta Mora en su artículo. Y es precisamente allí donde hay que actuar: la visión necesaria para la creación y el análisis crítico en la e-Literatura pasa, forzosamente, por transparentar esas cajas negras.

Los artistas / ingenieros Julian Oliver, Gordan Savicic y Danja Vasiliev ofrecen una vía hacia la transparencia, que no es ni sencilla ni está libre de conflictos, en su «Critical Engineering Manifesto» (Manifiesto de la Ingeniería Crítica), cuya cercanía con las preocupaciones de la Filosofía de la Tecnología es notable, llegando incluso a un extremo mucho más radical. Traduzco algunos de los postulados más relevantes para el tema que aquí nos ocupa:

El Ingeniero Crítico considera la Ingeniería como el lenguaje más transformador de nuestros tiempos, al moldear la forma en que nos movemos, comunicamos y pensamos. El trabajo de Ingeniero Crítico es el de estudiar y explotar[1] este lenguaje, exponiendo su influencia.

El Ingeniero Crítico considera a cualquier tecnología que genere dependencia como un reto y una amenaza. Mientras mayor sea la dependencia en una tecnología, mayor será la necesidad de estudiar y exponer su funcionamiento interno, a pesar de los derechos de propiedad o las limitaciones legales a las que esté sujeta.

El Ingeniero Crítico expande la definición de ‘máquina’, de tal forma que describa las interrelaciones formadas por dispositivos, cuerpos, fuerzas y redes.

El Ingeniero Crítico observa el espacio que existe entre la producción y el consumo de tecnología. Reaccionando rápidamente a los cambios en este espacio, el Ingeniero Crítico expone los momentos de inestabilidad y engaño.

A pesar de limitarse a la Ingeniería, aunque considerada como un campo expandido, el Manifiesto de la Ingeniería Crítica propone un valioso y concreto programa de acción. No debemos perder de vista que aquello que nos jugamos en esta batalla tecnológica es la transparencia. Es por ello que el ingeniero, el creador, el escritor o el crítico verdaderamente crítico habrá de salir de su zona de confort para convertirse en investigador de lo opaco. Habrá que poner la lupa sobre las minas de tántalo en el Congo, sobre las fábricas de ensamblaje de productos electrónicos en el (ya no tan) lejano Oriente. Habrá que vigilar y defender, por ejemplo, el Salar de Uyuni en Bolivia, cuya enorme riqueza en litio lo convierte en un botín apetitoso para las empresas que fabrican las baterías de nuestros móviles y ordenadores portátiles. La tecnificación extrema y su justificación conceptual, el tecno-determinismo, nos obligan a defender lo natural y lo humano. Todo ello mientras llevamos adelante nuestro trabajo e-Literario o, en casos como el mío, mientras dejamos de hacerlo. Habrá que dar nuestro respaldo, cauteloso pero decidido, a las filtraciones. No solamente hay que llamar a los empleados honestos de las grandes corporaciones tecnológicas a revelar sus secretos desde dentro, sino darles nuestro apoyo como sociedad una vez que lo hayan hecho. Los estados, sin posibilidades ya de controlar a las grandes empresas tecnológicas multinacionales, gracias a un neoliberalismo desbocado, no pueden garantizar la transparencia que necesitamos para ver lo que sucede dentro de las cajas negra. Tendremos que conquistarla por nosotros mismos.

5. La lucha

Pocos días antes de escribir este artículo, se anunció la salida al mercado del Raspberry Pi: un ordenador que cuesta 19 euros. No lleva carcasa ni pantalla, cuenta con 128 Mb de memoria RAM y un procesador ARM. El sistema operativo, una variante de Linux, se instala usando una tarjeta SD. Para armar y hacer funcionar el Raspberry Pi hay que entender las entrañas del dispositivo y, como se dice coloquialmente, «cacharrear» con él. Según la nota aparecida en el diario El País, se trata de un proyecto cuya filosofía se adhiere al hardware y software libre, y cuya finalidad es la de acercar la computación a los estudantes. «Queremos ver que está siendo utilizado por los niños de todo el mundo para aprender a programar», declara Eben Upton, impulsor del proyecto. Dispositivos como el Raspberry Pi, o como la tableta Akash, desarrollada en la India y cuyo costo final es de 35 euros, generan una oleada de preguntas a la luz de lo expuesto aquí. ¿Cómo es posible que esta tecnología sea tan barata? ¿Será a costa de los mineros congoleños, que pasan días enteros dentro de húmedos túneles en condiciones infrahumanas, amenazados a punta de fusil? ¿A costa del suicido de empleados de compañías como Foxconn en China, llevados por su condición de esclavos hasta ese extremo oscuro de la desesperación? ¿A costa de otras «externalidades» que aún no podemos vislumbrar? En el momento de escribir estas líneas no estaba claro. Y, si este ordenador resulta ser tan accesible gracias a alguna de estas condiciones nefastas, ¿cómo valoraremos el hecho de que los niños de todo el mundo lo utilicen para aprender y, eventualmente, crear?

En las mismas fechas en que se publicó la nota sobre el Raspberry Pi, tuve conocimiento del comunicado en el que el FBI detalla indicadores potenciales para detectar actividades terroristas en los cibercafés. En dicho comunicado, la agencia alerta a los responsables de los establecimientos a estar atentos sobre comportamientos específicos por parte de los presuntos terroristas, tales como la descarga de manuales sobre cómo crear circuitos electrónicos, o el uso de múltiples teléfonos móviles o múltiples tarjetas SIM en un mismo teléfono. Una vez que se haya observado alguno de estos comportamientos, el responsable del cibercafé, convertido en agente policial (y no por voluntad propia) deberá recopilar información sobre el individuo sospechoso, sin llamar la atención, y reportarlo al Joint Regional Intelligence Center. Aunque la aplicación de estas medidas de alerta se limita, teóricamente, al territorio de Estados Unidos, sabemos de sobra que los «intereses» de ese país, y sus esfuerzos por protegerlos, no conocen fronteras.

Los chicos que quieran aprender computación con un ordenador Raspberry Pi, que no es más que una placa base con componentes esenciales, probablemente tendrán que obtener algún manual de electrónica para hacerlo funcionar, o incluso para modificarlo. Y si lo descargan desde un cibercafé, se podrían convertir automáticamente en sospechosos de terrorismo: el daño estará hecho, aunque el FBI o sus representantes locales decidan absolverlos después de las investigaciones pertinentes. En Tanzania, los campesinos con los que trabajo poseen más de un teléfono, o más de una tarjeta SIM, con el propósito de aprovechar las ofertas en tarifas de voz o SMS que les ofrecen las diferentes compañías de telefonía móvil. Por lo que he observado, esta es una práctica normal y muy extendida, no solamente en Tanzania sino en otros países de África. ¿Tendrán que intercambiar la SIM entre sus teléfonos a escondidas, de ahora en adelante, por temor a ser fichados? Me parece importante tomar en serio estos delirios paranoicos del FBI y organizaciones similares: personas «normales», como usted o yo, ya han sido detenidas por su relación «no ortodoxa» con la tecnología[2]. Pero eso no significa que tengamos que rendirnos ante el miedo, esa planta trepadora que necesita de la oscuridad para crecer.

Estas son solamente algunas de las piezas que configuran el puzzle de la lucha por la transparencia, y ninguna de ellas nos es ajena. A mi parecer, el arte tecnológico, la e-Literatura, pasan por romper la máquina, literal y metafóricamente, para revelar así el veneno que hay dentro. Nunca como hoy había sido tan urgente apropiarnos críticamente de las tecnologías que utilizamos para crear.

Bibliografía

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Delclós, Tomàs (2012, 9 feb.) «Llega el ordenador de 19 euros». El País <http://tecnologia.elpais.com/tecnologia/2012/02/09/actualidad/1328775676_784104.html> (19-2-2012)

Earle, William James (2012). «Beyond the Edge of the Known World». The Philosophical Forum, vol. 43 (1), Spring 2012. pp. 101-102. También en línea en <http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/j.1467-9191.2011.00407.x/full> (19-2-2012)

FBI (2012). «Communities Against Terrorism. Potential Indicators of Terrorist Activities Related to Internet Café». Public Intelligence <http://info.publicintelligence.net/FBI-SuspiciousActivity/Internet_Cafe.pdf> (19-2-2012)

Flusser, Vilém (2002). Writings. Ed. Andreas Ströhl. Minneapolis: University of Minnesota Press.

Funkhouser, Christopher (2012). New Directions in Digital Poetry. New York: Continuum Books.

International Assessment of Agricultural Knowledge, Science, Technology for Development (2009). Reporte IAASTD. <http://www.agassessment.org/> (19-2-2012)

Mora, Vicente Luis (2012). «La opacidad tecnológica: lo que no vemos en las máquinas». CCCB Lab <http://www.cccb.org/lab/es/general/lopacitat-tecnologica-el-que-no-veiem-en-les-maquines/#more-1696> (19-2-2012)

Oliver, Julian, Gordan Savicic y Danja Vasiliev (2011). Critical Engineering Manifesto. <http://criticalengineering.org/> (19-2-2012)

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Reydon, Thomas A. C. (2012). «Philosophy of Technology». Internet Encyclopedia of Philosophy <http://www.iep.utm.edu/technolo/> (19-2-2012)

Tisselli, Eugenio (2011, noviembre). Sauti ya wakulima. <http://sautiyawakulima.net> (19-2-2012)

Tisselli, Eugenio (2011). «Why I have stopped creating e-Lit. Netartery«. <http://netartery.vispo.com/?p=1211> (19-2-2012)

University of Michingan (2008). «Coltan Mining in Democratic Republic of the Congo». Computer Industry Impacts on the Environment. <http://sitemaker.umich.edu/section002group3/coltan_mining_in_democratic_republic_of_the_congo> (19-2-2012)


Caracteres nº1

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Notas:    (↵ regresa al texto)

  1. Explotar tiene aquí una particular connotación, relacionada con la informática y la seguridad. Del inglés exploit, se refiere a alguna técnica computacional que aprovecha un error o vulnerabilidad de un sistema para provocar en él comportamientos no previstos, exponiendo así alguna faceta no evidente de su naturaleza.
  2. Véase, por ejemplo, el caso de Star Simpson, arrestada en 2007 en el aeropuerto de Boston por llevar un circuito casero, declarado como «artístico» por la acusada, en su cuerpo: http://www.boston.com/news/globe/city_region/breaking_news/2007/09/mit_student_arr.html. (19-2-2012)

Caracteres. Estudios culturales y críticos de la esfera digital | ISSN: 2254-4496 | Salamanca