Una filóloga de -sin duda- notable trayectoria me comentó que «la cuestión terminológica» no le parecía de relevancia. Dijo que no tenía importancia cómo se llamaran las cosas. La Ciencia no debe admitir sinónimos ni espacios para lo difuso o conceptualmente inconcreto: el lenguaje debe emplearse para referirse de la manera más precisa posible a los referentes.