Cuidar el perfil digital

Hay multitud de redes sociales y la mayoría de los usuarios no están presentes solo en una, sobre todo cuando hay algo que vender (entiéndase en un concepto amplio: comunicar, promocionar, difundir…), por lo que mantener un perfil unificado y actualizado en todas ellas es complicado. Pero, ¿es realmente necesario?

Foto de perfil
Foto de perfil

Si uno piensa en la cantidad de sitios web orientados a cierto grado de integración del usuario está registrado, la cifra puede asustarnos. Pensemos en foros, sistemas de blogs, blogs propios, redes sociales (personales, profesionales, especializadas… abiertas o restringidas), fotologs, etc. que hemos visitado o visitamos con regularidad.

En muchos de ellos es posible que no escondamos tras un nickname que no se nos asocie directamente, pero en otros es casi seguro que hay algún tipo de información personal. Sin ir más lejos, un ejemplo obvio es una red social de relaciones profesionales como LinkedIn, donde no tiene ningún sentido esconderse tras imágenes que no nos representan o usar nombres impostados. Sin embargo, hay multitud de gente que lo hace, lo que no deja de resultar curioso. No profundizaremos en la cuestión, así que nos quedaremos con un análisis superficial: quizá no han entendido bien la función y objetivos de ese espacio social o quizá sí lo han hecho y les da igual.

Algo parecido puede suceder en redes sociales asimétricas, es decir, aquellas en las que la reciprocidad no está garantizada. Más allá de los matices semánticos, lo que tienen en común Facebook y LinkedIn es que para seguir a alguien, esa persona me tiene que aceptar. Ambos llegamos a un acuerdo social en el que uno invita y otro acepta la invitación a establecer un nodo social (que se llamará amigo, contacto o como queramos), pero sin este paso, no hay equiparación y, al mismo tiempo, solo la equiparación es posible para seguir a una persona. Twitter, como sabemos, es diferente. Seguir a una persona no significa que deba seguirte: tu recibes sus actualizaciones en tu cronología, pero la otra persona no debe aceptarte en las mismas condiciones. Incluso si tiene su cuenta protegida puede aceptar que leas sus mensajes sin que eso implique necesariamente que te vaya a seguir a ti también.

En estas redes asimétricas quizá no sea tan importante tener un perfil actualizado y digno de ser presentable, porque cualquier persona podrá decidir seguirnos más tarde, pero en una red simétrica es imprescindible porque esa primera impresión que cause el perfil (la foto, la descripción que hacemos de nuestra persona, etc.) determinará -en caso de que no nos conozcan personalmente- si aceptan o no la solicitud de establecer un nodo relacional. Y si nos conocen, pero la información no permite identificarnos, es posible que no se den cuenta de quiénes somos.

El perfil en la red social es una tarjeta de visita; no diremos que es un CV porque no se trata de eso y por mucha obsesión que tengan los más modernos responsables de Recursos Humanos, si alguno se cree que es equivalente, el pobre va listo. Lo más probable es que cualquier persona interesada mínimamente en nosotros nos busque en Google o en el buscador que sea y, dado el buen posicionamiento que logran los perfiles de las redes sociales, que acabe dando con la información que hemos dado nosotros mismos a través de esos espacios digitales es una posibilidad que no debe desdeñarse. Esto significa que debe mantenerse actualizado, reflejar la parte del perfil -personal o profesional- que se desea comunicar.

No en vano, debemos recordar que la vida digital es una extensión de la vida real, tanto si nos gusta como si no. Los espacios sociales son reales o virtuales, pero siguen siendo eso: espacios compartidos con otras personas con las que nos relacionamos. Y si la máxima de la netiqueta es que te comportes en internet como te comportarías en la calle (partiendo del hecho de que tienes unos mínimos de educación y eres civilizado), el perfil digital debe ser un reflejo de quienes somos, de la misma manera que -nos guste o no- somos juzgados por nuestra apariencia física y por si hemos salido a la calle arreglados o con una camiseta llena de manchas de ketchup.

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