El mundo del cliente de Twitter

Los intereses financieros de Twitter pasan por monetizar el servicio integrando publicidad en el mismo, algo que no han hecho en exceso, sobre todo cuando lo comparamos con el bombardeo absurdo al que otras plataformas, como Facebook, sumen a sus clientes. Quizá uno de los problemas de Twitter es que su base de usuarios está muy fragmentada en lo referente al acceso a la plataforma y eso parece estar condicionando algunas decisiones de la empresa.

Twitter se basa en una página web que da errores varias veces cada semana a nivel mundial o solo regional/continental, según el día. Cuando la web falla, los usuarios que acceden al servicio mediante clientes normalmente siguen empleando con normalidad, de manera que una buena parte de los usuarios no se enteran de que ha habido fallos hasta que la gente que lo experimentaba vuelve a entrar con normalidad y lo comenta. En ocasiones sucede al revés, pero lo habitual es que el fallo se dé en la web.

Los usuarios entran en Twitter y publican sus mensajes a través del móvil, la tableta o el ordenador, pero lo hacen con una multitud enorme de programas diferentes y eso tiene un aspecto negativo. Si quieres poner publicidad y no controlas los espacios publicitarios, el valor al que la puedes vender a las empresas anunciantes no es tan alto. Evidentemente, si Twitter decide poner publicidad en su página, solo la veremos si estamos en su página. Si la pone en su cliente -Tweetdeck o la aplicación de Twitter para Mac- solo la veremos en ese cliente. De hecho, las desarrolladoras de clientes en realidad pueden integrar su propia publicidad en esos programas, servírsela a sus usuarios y llevarse una parte del pastel del que Twitter no huele nada.

Resulta evidente, o al menos no parece haber otras grandes razones, que Twitter intenta promocionar ahora mucho más el uso de sus programas oficiales y su web en detrimento de los sistemas de terceros. En vez de hacerlo mejorando su web y sus programas lo hace poniendo trabas a las desarrolladoras externas. Si solo fuera una la que se queja, podría sonar a cuento chino, pero no es así.

El sistema menos sutil es limitar el volumen de tokens que se dan a cada aplicación. El token es el identificador que permite asociar la cuenta de usuario con la API (el sistema de funcionamiento de la red Twitter) para usar un cliente externo, tanto en un ordenador como en un móvil o tableta. Al mismo tiempo, no habría que descartar que esta situación le haya venido bien a alguna compañía en concreto para generar ansiedad ante la compra, subir el precio y potenciar los beneficios a corto plazo. Estoy pensando en el recientemente lanzamiento de Tweetbot para Mac.

Lo cierto es que la aplicación es excelente, pero la compañía ya ha mostrado ser una tacaña de lo más rancia en el pasado. Por ejemplo, la aplicación está en iPhone/iPod touch y en iPad, pero en vez de ofrecerse como una aplicación universal si tenemos los dos dispositivos hay que comprar las dos versiones por separado (la versión iPhone se puede «estirar» en el iPad y ocupar un amplio porcentaje de la pantalla, claro). La compañía responsable del programa no es precisamente una hermanita de la caridad, pero no debemos descartar tampoco que el hecho de que sean tan peseteros les puede haber reportado los ingresos suficientes como para ofrecer un producto de tanta calidad durante tanto tiempo. Sus competidores parecen tener problemas para igualar su producto.

Ahora, Tweetbot llega al Mac y llevaba usándolo desde la versión Alpha. La experiencia de usuario era tan buena en el ordenador como en la tableta, donde estaba a años luz del cliente oficial (y, ya por gustos, del resto de opciones del mercado). En el ordenador pasaba lo mismo: el programa era superior al cliente oficial incluso en un estado tan preliminar como la alfa, así que parecía una compra segura. Sin embargo, la combinación de la situación de los tokens con el -respetable en el mundo capitalista en el que vivimos- desaforado amor por el dinero de sus creadores ha resulado en un precio desorbitado.

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No parece afectarles demasiado: el juego está desde su lanzamiento en el segundo puesto de los programas que más dinero han generado en la App Store de Apple, por detrás del sistema operativo Mountain Lion. Por cierto, los dos cuestan lo mismo. ¿Cuántos serán usuarios convencidos y cuántos usuarios ansiosos? ¿O ambos? Quizá la política de Twitter para priorizar el uso de su propio cliente sea capaz de beneficiar también a las compañías que han creado productos tan netamente superiores, al menos a corto plazo. Es, sin embargo, una batalla desequilibrada en la que quien tiene la sartén por el mango lleva todas las de ganar y esa es siempre la compañía matriz del servicio, por supuesto.

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