Autobombo o el debilitamiento de la marca personal

La política de darse publicidad en Twitter no es negativa. El sistema no deja de ser, en muchos sentidos, un RSS personal en el que se emite todo lo que se encuentra, lee y considera relevante en internet, acompañado muchas veces de una opinión. Sin embargo, cada vez es más fácil encontrar gente que realiza una promoción intrusiva, no solo para el receptor de su mensaje, sino para la gente que está en su historial o timeline.La torpeza de los community managers o artistas/escritores/lo que sea con su manera de publicitarse más allá de la constitución de una correcta marca yo resulta sorprendente. Lo más probable es que en algún momento de nuestro uso de Twitter todos hayamos recibido un mensaje de un nick impronunciable, escrito en inglés, con un enlace sin mucha más información y la foto de una joven desnuda o casi. Spam poco sutil, en definitiva. Es tan fácil como bloquear por spam y confiar en que pronto la cuenta desaparezca para que sea creada una igual con la misma intención. Combatir a nivel global contra eso es como eliminar los correos de viudas millonarias que te quieren dar todo su dinero o que te haya tocado la lotería de un país cualquiera y te escriban por correo para darte tu premio, previo pago de… bueno, lo que sea, con la excusa que sea. El tocomocho en sus muchas vertientes digitales.

Cuando usamos Twitter para publicitar algún tipo de contenido -que es algo totalmente legítimo, sobre todo si la comunidad que construimos comparte unos intereses y el beneficio puede ser mutuo: dar a conocer algo de interés en el círculo y, al mismo tiempo, proyectar nuestro objetivo- hay que tener en cuenta que lo hacemos con una cuenta personal que se identifica con el individuo, incluso cuando la persona que publica el mensaje es un agente publicitario o lo que sea. Y esto no es tan extraño cuando se trata de gente que maneja pasta o artistas inmersos en una promoción, en líneas generales.

No es extraño, y este es el problema, encontrarse con gente que empieza a publicar mensajes a toda su lista de contactos -o no-, dirigiéndose a ellos de una manera que querrá hacer creer que es personal, usando la @ antes del nick. El mismo mensaje un centenar de veces, cuando no más. Eso es spam. Y lo es por partida doble: para el que recibe el mensaje publicitario expreso y no solicitado y para la gente que tiene a esa persona en su historial y se encuentra conque, de repente, está copado por un mismo mensaje repetido infinidad de veces. La respuesta lógica es bloquear por spam y desentenderse de esa persona. Y si se opta por un mensaje directo (privado), más todavía: es más intrusivo y molesto.

De esta manera, se destruye no solo el objetivo publicitario de ese mensaje por el abuso del sistema, sino la reputación de la marca yo construida en el sistema y reduce el número de seguidores, que es una obsesión para muchas de esas personas, hasta tal punto que -como sabemos- compran seguidores a empresas de internet por unos pocos dólares.

El spam da muy mala imagen y si te bloquean por spam la comunicación con ese segmento al que podías llegar se ha cerrado. Ahora supongamos que en la estructura simbiótica de la red social los lazos se han establecido únicamente por una serie de intereses sustentados en estrategias de reciprocidad. Este efecto de bloqueo debilita los lazos.

Muchas veces se sigue a una persona por un interés determinado, que en no pocas ocasiones gira en torno al interés de las infiormaciones que publica. Es muy probable que los usuarios más activos tengan lista específicas de temas de su interés en las que se incluye a gente que publica un elevado número de enlaces, recursos y contenidos de temas concretos y en esa línea editorial, si queremos considerarla así, estarán también sus propios contenidos. El abuso del autobombo (que se da mucho en periodistas y artistas que no han comprendido Twitter, o que probablemente no lo usan realmente ellos) debilita la función promocional salvo entre quienes ya son devotos, y ese es público que ya se tiene, gente que posiblemente entra todos los días en su diario, escucha su música o lee sus libros.

Porque en Twitter la marca (sigamos también en este párrafo final con la visión totalmente comercial-publicitaria del asunto) se construye también con los comentarios personales, sean cuales sean. El enfado, la alegría… los elementos comunes de relación interpersonal expresados públicamente en la red social como manera de compartir algo más a través de ese medio que no tendría lugar en otro medio, como por ejemplo un blog o una noticia. Al final se trata, como casi todo en la vida, de tener mesura.

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