La blogonovela es un momento de escritura, es una narración en marcha mientras está en desarrollo. La blogonovela selo es tal mientras ésta se está ejecutando; cuando concluye (y, por lo general, se desvela o confirma oficialmente que era ficcional, así como el nombre del autor), pierde su estatus; solo existe en su estado puro cuando hay lectores, y cuando está en proceso de creación.

Superado ese momento, cerrada la evolución del proceso creativo, ha muerto como tal y puede ejecutarse como novela, cerrada, frente al proceso abierto que es la generación de la narrativa digital.

Son novelas por entregas, y cada capítulo debe atrapar al lector, dejarle en un punto en el que se sienta interesado para volver a leer cómo sigue el devenir de los personajes que aparecen en la narración: el cliffhanger folletinesco es, sin duda, credo imprescindible en esta construcción fictiva.

Es preciso, mediante los diferentes recursos narrativos, mantener la tensión y el interés, pues el modelo creativo (y, todo sea dicho, económico) se sustenta en que el lector vuelva, genere visitas y expanda el conocimiento de la obra para conseguir la difusión deseada por el autor: en internet todo el mundo (en un sentido casi literal) puede leerlo, pero eso significa que es más probable que no lo lea nadie.

Pero la blogonovela es ese producto y, al mismo tiempo, la producción del mismo: es un momento en el tiempo en el que la obra está haciéndose, el público está leyendo, y el bloguero sigue creando e interactuando. Es, así, la captura de un instante.