Los lobos con piel de cordero

«Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces» (Mateo 7:15), porque en ocasiones la Biblia tiene citas que nos vienen muy bien. Y es que hay ocasiones en las que queda patente que hay un proselitismo inconsecuente, falto de fondo, e incluso carente de intención real todavía en el terreno de las Humanidades Digitales.

El lobo entre el rebaño
El lobo entre el rebaño

No nos vamos a engañar: quienes andamos metidos en la cuestión conocemos casos de investigadores y docentes que dieron un paso lateral hacia lo tecnológico-digital en su carrera como humanistas para abrazar un espacio emergente. Es un movimiento legítimo y a ellos debemos agradecerles las primeras reflexiones sobre el tema (las acertadas y las erróneas, que sirven igualmente para progresar en las áreas de conocimiento); de hecho, unos cuantos han demostrado hacer un gran trabajo, tanto a nivel de divulgación como en el terreno investigador porque todos podemos aprender (y porque no se trata aquí de ponerse a buscar quiénes son cristianos viejos y quiénes unos marranos, como si eso situara a unos en un escalafón superior). Además, es lógico que tuvieran que dar ese paso lateral: no eran nativos digitales y nosotros también lo hemos dado, aunque en menor medida, porque para nosotros este mundo estaba un poco más cerca de nuestra realidad inmediata. Los nativos digitales de verdad son todavía muy jóvenes.

Entre ellos, agazapados, están también los calculadores puros que no comprenden en realidad lo que sucede, pero que han necesitado abrazar ese paradigma para dar salida a la vía profesional. No debemos confundirlos con los críticos con el mundo y, de hecho, aquellos que no mantengan un espíritu crítico con el sistema deberían plantearse si realmente están investigando o si solo son profetas, tan falsos como los que no saben nada porque hacen el mismo daño.

Se me ocurren algunos blogs especializados en recoger cualquier noticia o novedad negativa sobre el libro electrónico pero que omiten cualquier cosa que sea positiva. O escritores que te mandan un enlace para leer su obra mientras proclaman sin problemas que en cuanto una editorial se lo compre para papel la quitan de internet. Advenedizos, parasitarios… podemos llamarlos de muchas maneras, pero no dejan de ser en todos los casos falsos profetas. Se han disfrazado de lo que les conviene y cubren con la lana de las ovejas el pelaje que delataría su fondo.

Esto es un perjudicial para la disciplina, pero lo es más para quienes realmente creen -creemos- en ella. Un vistazo rápido al pasado muestra que cosas similares han sucedido una y otra vez a lo largo de la historia, así que tampoco es un cáncer específico de nuestro campo. El tiempo -pues eso también lo muestran los ejemplos que tenemos- pone a todos en su lugar y los lobos acaban dejando entrever sus patas, sus dientes. Porque las imposturas no son fáciles de soportar continuamente. Y cuando salta una novedad dentro del campo de estudio es entonces cuando salen esas reacciones viscerales, rápidas, tan difíciles de procesar e impostar: el primer impulso es casi siempre muy sincero. El lobo saliva cuando ve la carne.

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