Lo que no se piensa cuando se piensa en publicar en web

En las últimas semanas he hablado con mucha gente sobre cuestiones que, en general, orbitaban en torno al concepto de la publicación en formato web. De estas conversaciones se han extraído cosas muy productivas que sintetizaré a continuación. Como hay muchas maneras de hacer las cosas bien, me centraré en lo que no se suele hacer, por omisión o porque no pensamos en ello.

El pensadorEn realidad, todo se resume en una simple máxima, que es bastante vieja: hay que pensar en el lector. Eso se divide en varios puntos que hay que tener en cuenta, pero que en una publicación web tiene implicaciones importantes. La más importante es optimizar.

La optimización implica que la tecnología que empleemos debe tener una razón real de ser y debe estar a nuestro servicio, y no al revés. Cuesta mucho resistir la tentación de emplear fuegos artificiales, cuando en realidad habría que buscar un estándar básico que sea el auténtico pilar del funcionamiento.

Esto se acentúa especialmente en un mercado como el actual que se ha fragmentado en el clásico ordenador y multitud de dispositivos. La red puede ser explorada desde un ordenador, un teléfono, una tableta, una consola… cualquier día le conectaremos una pantalla al tostador, si no es que alguien lo ha hecho ya. Eso implica multitud de resoluciones, formatos de pantalla (4:3, 2:3, 16:9, 16:10…) y, sobre todo, tecnologías incompatibles. El polimorfismo de la pantalla ya ha sido discutido en este blog y no debe ser entendido como un problema, sino como una circunstancia -buena, de hecho- del mercado digital.

Así pues, hay que buscar una tecnología lo suficientemente básica pero capaz de adaptarse a las diferentes pantallas. No hay nada especial en esto: la web puede hacerlo, y si utlizamos servicios externos (por ejemplo, WordPress) hay muchas opciones para que al entrar desde un dispositivo tipo tableta o teléfono se presente un diseño alternativo adaptado para ese tipo de pantallas. De todos modos, un diseño estandarizado hará que no tenga tanto efecto ooh, qué bonito, pero hará que funcione en todos lados.

En líneas generales, uno de los problemas es Flash. No solo porque Apple haya decidido que no tenga ningún tipo de soporte en sus dispositivos iOS (iPad, iPhone, iPod touch), con todo el público potencial que eso significa (guste o no), sino porque, al fin y al cabo, es una descarga opcional que no todos los usuarios tienen o quieren tener. Hace unos años los que no le veíamos la gracia a eso de Flash lo teníamos por servicios como YouTube; ahora que sus servicios están en formatos alternativos (el vídeo MP4 y un uso bastante extensivo de HTML5) ya hay pocas razones. Y te ahorras casi toda la publicidad y, desde luego, toda la estúpida publicidad molesta que los responsables de mercadotecnia sacan continuamente para hacernos odiar las marcas que publicitan. Algunos servicios de alojamiento y autoedición se sustentan en buena medida en el uso de Flash, y muchas webs corporativas han dedicado años a ofrecernos presentaciones Flash horterísimas y de multitud de megas; por suerte, hay una transición creciente hacia el HTML5, que permite hacer muchas de esas mismas virguerías horteras que deben encantar a los directivos a la hora de encargarle a alguien una web.

También con las diferencias entre navegadores nos conviene intentar utilizar las formas más estandarizadas de código. Y aún así, no sabemos cómo va a reaccionar cadas navegador, en cada sistema operativo, en cada dispositivo. Algunas veces incluso lo más estándar sale de una manera que no habíamos previsto, pero entra en el terreno de los imprevistos que hay que estar listo para afrontar.

Por supuesto, hay cosas mucho más sencillas. Por ejemplo, el tamaño de las imágenes. Un logo, ¿necesita pesar 3,4MB? Por mucha banda ancha que tengamos, que una imagen que va a aparecer -recurrentemente o no- en web tenga ese tamaño o similar ralentiza la carga. Una cosa es que montemos una galería de imágenes y queremos que estén disponibles a alta calidad y con buena resolución, y otra que una imagen para web tarde en cargar. Simplemente diré que esas personas deberían buscar algo de información sobre cuánto tiempo tarda un lector en decidir si se queda en una web o no.

Pensar en el lector implica, en publicaciones que van a tener cantidades ingentes de texto, pensar en sus ojos e incluso en algunos problemas visuales. Cambiar el tamaño de la tipografía es algo que se puede hacer desde el navegador de manera facilísima (aunque no todos los usuarios lo saben), pero hay otras cuestiones que son importantes: el contraste es importante para intentar reducir la sensación de fatiga en el lector (fondo negro y letras blancas -o cualquier color, vamos-, fondo blanco nuclear… son elecciones populares que no son tan buenas como algunas personas creen), e incluso la paleta de colores general. Una buena situación es aquella en la que tenemos en cuenta también a los daltónicos para facilitarles también la lectura.

Un último aspecto a considerar es también si dependemos de servicios propios o ajenos. Eso va más allá de tener hospedaje propio o no, ya que podemos tener un hospedaje de pago, pero recurrir a servicios externos (por ejemplo, Issuu, ya que estamos en este ámbito). Cuando lo hacemos, pasamos a depender de ellos y de las decisiones que tomen; incluso de si se caen sus servidores o cualquier otro problema técnico. Claro, nosotros podemos tener los mismos o más problemas si nos centramos en hospedar todos los contenidos y, así, controlar la tecnología sobre la que se sustenta nuestra publicación web (incluso los hospedajes más caros fallan en algún momento), pero al menos tenemos control sobre lo que está sucediendo y no dependemos de entidades externas. Lo mismo se puede aplicar a la gestión de comentarios a través de Facebook en vez de mediante recursos propios y otros muchos ejemplos.

Por supuesto, poder alojarlo todo en servicios gratuitos y utilizar sistemas ya preparados por entidades externas nos ahorra dinero, posiblemente tiempo, y todo un mundo de posibles conflictos técnicos es muy ventajoso en la mayoría de los casos. Aquí quizás entren preferencias personales más que cuestiones técnicas reales, pues tanto en un lado como en otro nos puede surgir un problema en cualquier momento. La cuestión radica en cómo queremos lidiar con esos problemas y si estamos preprados -desde un punto de vista de conocimientos técnicos- para hacerlo. De todos modos, hay que tener en cuenta que hoy en día optar por un hospedaje no implica crearlo todo desde cero, ya que grandes opciones de publicación -sistemas CMS de todo tipo- se ofertan bajo licencias abiertas que podemos instalar de manera relativamente sencilla a poco que sepamos lo que estamos haciendo.

No sé si mis observaciones y reflexiones son las mejores, pero sí sé que son las que más echo en falta cuando recorro la web y, según he podido hablar con varios colegas, no soy el único que se sitúa en esta línea de pensamiento. Así que algo de cierto habrá, supongo.

Un pensamiento sobre “Lo que no se piensa cuando se piensa en publicar en web”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.