La semana pasada, del 18 al 20 de abril, tuvo lugar en Barcelona el I Congreso Internacional de Jóvenes Investigadores en Humanidades al que me invitaron para organizar una mesa redonda en la que hablaríamos sobre literatura digital ofreciendo la visión de creadores y, también, la de la academia. El título de la mesa, como adelanté aquí, fue Creación en la pantalla: nuevas sendas literarias para un mundo conectado y nos reunimos los escritores Eugenio Tisselli y Jordi Cervera, la joven investigadora Celia Corral y yo mismo.

No realizaré un análisis pormenorizado de lo que allí se dijo, pues desde la revista Forma publicarán la grabación que se hizo de las mesas redondas, aunque sí me gustaría indicar, al menos, qué temas se trataron y algunas ideas relevantes.

La conversación giró en torno a cuatro bloques que nos parecían fundamentales: el papel de la ficción en Facebook y Twitter, la computación y la literatura digital, el género literario en la creación digital y la simbiosis en los formatos digitales.

Jordi abrió el fuego contándonos cómo llegó a tener su blog y cómo eso le llevó también a explorar las opciones creativas del mismo y de Twitter, donde su tuitnovela Serial Chicken se convirtió en pionera de la creación narratológica extensa y de una obra unificada en una plataforma de comunicación que es especialmente dada al atomismo más extremo. Eugenio, en cambio, admitió que creía que quizá había llegado un poco tarde a Twitter, aunque por otro lado llegó a decirnos que quizá había entrado demasiado pronto en Facebook y nos explicó que usa pequeños programas que él mismo escribió para publicar mensajes aleatorios. Ahí subyace una revisión irónica, y yo diría incluso que dura, del uso de las redes sociales.

También Eugenio nos habló del lenguaje de programación como entidad lingüística con potencialidad poética, evocando incluso el concurso de Perl Poetry. Para quienes no los conozcan, no puedo sino aconsejar leer el conveniente artículo de la Wikipedia al respecto. En todo caso, esta creación digital en la que interviene la computadora (recordemos que Tisselli creó el PAC, poesía asistida por computadora) debe llevarnos a replantear el papel y concepto de autoría: ¿quién es el padre, ahí, de la creación resultante? ¿El que aporta las palabras? ¿La máquina que las interviene? ¿El que escribió el algoritmo del programa? Eugenio habló de una metaautoría, una autoría indirecta en estos casos.

Del tercer bloque, quiero destacar cómo se habló de la pérdida de filtros en el proceso de publicación en internet desde la perspectiva de Cervera y cómo Tisselli respondió comentando que, de hecho, el sistema de recomendación y revisión por pares de la red (las opiniones de todas las personas que la habitan) es en realidad el mayor de los filtros posibles. Yo ahí plantearía la cuestión de quién filtra a los filtradores, en la medida en que no sabemos realmente de dónde vienen esos personajes en un primer momento.

Finalmente, comentamos cómo un creador afronta los problemas de adaptarse a formatos específicos. Por ejemplo, qué problemas hubo y cómo los solventó Jordi a la hora de escribir Serial Chicken, pero también cómo el escritor siempre ha estado adaptándose a la máquina: da igual que fuera un cincel, una máquina de escribir, una pantalla monocroma o los formatos actuales de publicación digital.

Todo eso nos llevó a hablar, en el turno de preguntas, de la relación simbiótica frente a la parasitaria de formatos y formas creativas en la literatura digital, de cómo una literatura digital es posible en la medida en que honestamente emplee sus recursos y no simplemente anide en ella sin aprovechar lo específico del lugar, todo ello en el avance hacia la nueva estética de lo fictivo.