El lector digital distraído con Angry Birds

Asisto, con algo de sorpresa, al enésimo debate sobre leer en una tableta o leer en un lector electrónico. Por supuesto, no me sorprende que los evangelistas de uno y otro lado se enzarcen en una discusión tan poco fructífera, pero sí cómo los argumentos rozan lo absurdo. Ahora es el turno de la distracción digital.

Angry Birds
Uno de los pájaros más característicos de Angry Birds

Y es que cuando se podría debatir con mucho sentido sobre la calidad de unas pantallas, la comodidad de otras, la versatilidad de las de allí, y la rigidez de las de allá, la conversación ha virado hacia la distracción. En el New York Times desarrollan por extenso una argumentación que se resume en una línea: una tableta es un cacharro multimedia con conexión a internet. Eso implica que el lector está razonablemente expuesto a la infopolución, así que se distrae y no puede leer.

No puedo andarme con medias tintas: si el lector es tonto o tiene la capacidad de concentración de un macaco no es culpa del dispositivo. Si el lector no se entretiene con la lectura y se distrae con otras cosas, no es culpa del dispositivo (y en ocasiones tampoco lo será del lector). Si el lector no sabe organizar sus prioridades… y así durante un largo rato. Si el lector quiere leer, leerá. Si quiere jugar con Angry Birds o cualquier otro videojuego, lo hará. Y si lo que quiere es pasar de todo e insultar a un famoso en Twitter, lo hará.

En realidad es una cuestión mercantilista tan simple que no se molestan lo más mínimo en esconderlo, pues hay una batalla abierta por conquistar el bolsillo del consumidor entre tabletas y lectores electrónicos. Además, cada segmento tiene sus propias batallas internas, claro. Por supuesto, fabricantes y partes interesadas no han tardado en hacerse eco porque en realidad no se trata de ampliar oferta de mercado, ni de mejorar productos, sino de crear prejuicios entre potenciales compradores.

Como usuario de tableta y de lector electrónico sé que la tableta me avisa de cuando recibo un correo, o cualquier otro acto comunicativo digital. Lo mismo sucede con el teléfono y con el ordenador, que encienden sus pantallas, hacen un ruidito y llaman, en definitiva, mi atención, porque así los he configurado. En la tableta puedo hacer lo mismo.

Pero hay una cosa más: según los datos de una reciente encuesta de O’Reilly, el principal dispositivo de lectura en formato digital sigue siendo el ordenador y, dentro de los formatos de maquetación y edición, el PDF. Y, francamente, si una tableta es un peligro para el lector porque distrae, no quiero ni pensar en qué representa el PC.

De hecho, está el teléfono, el televisor, la radio… incluso la calle se puede ver desde la ventana. El mundo es una distracción continua. Que un dispositivo que se usa para leer tenga una ventana al mundo digital incorporada de serie no es un problema para el lector si el lector quiere leer, de la misma manera que el mundo que le rodea no lo es. En todo caso, si eso se da, creo que podemos atribuirlo más a problemas -si es que son problemas- en la persona que lee, pero nunca en los dispositivos. Porque, al fin y al cabo, como siempre, se trata de cómo usamos la tecnología.

Eso no significa que la tableta sea el mejor dispositivo para la lectura, ni que el lector electrónico lo sea. Ni siquiera el libro lo será, por mucho que sea una tecnología que tenemos muy asumida. Un lector que realmente no quiera ninguna distracción haría bien, todo sea dicho, en omitir una tableta como dispositivo principal de lectura: él sabe mejor que nadie que se distrae con facilidad, que necesita ciertos requerimientos para poder leer de manera confortable, y lo más probable es que no esté dispuesto a apagar la conexión inalámbrica a internet de su tableta (como la mayoría de la gente parece tener pavor a apagar el móvil). Un lector electrónico, desde esa perspectiva, puede ser mejor, salvo por el hecho de que los más avanzados (es decir, cualquiera que sea un dispositivo lanzado en los últimos años con un hardware y un software que no sean completamente desfasados) contará con acceso a internet, navegador, y posiblemente integración con Twitter o Facebook. No son intrusivos, eso es cierto.

Claro que, por otro lado, en ocasiones necesitamos hacer una lectura más compartida, comentar o debatir algún aspecto concreto de lo leído. Posiblemente esto esté más cerca de la filosofía de los grupos de trabajo sobre cuestiones literarias y se aleje en realidad de usos mayoritarios, pero es cierto que esa potencial infopolución se da a través de herramientas que pueden ser profesionalmente productivas si sabemos cómo usarlas. La lectura socializada es, por definición, un acto infopolucionado.

3 pensamientos sobre “El lector digital distraído con Angry Birds”

  1. Aparte de las cuestiones mercantilistas a las que aludes y en las que coincido, los que defienden esa teoría, son los que piensan que leer es algo aburrido y que hay que hacer por obligación, como unas cuantas otras cosas. Son los que han venido a este mundo a sufrir, ya sea porque sí o porque están esperando ganar más puntos para el próximo, suponiendo que exista!

    1. En eso tienes mucha razón, y es la clave fundamental: si te quieres distraer de leer porque te resulta un coñazo lo haces y punto, da igual que sea con una tableta o con el crecimiento de los pelos de la nariz.

      Me ha gustado lo de que son gente que ha venido a este mundo a sufrir. Es muy apropiado con las fechas que se acercan 😛

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