Papeles de piedra

El papel es una gran tecnología y, como tal, está sujeta a evoluciones y mejoras. Pese a que la percepción que tenemos del papel es que es algo antiguo y estancado lo cierto es que se han ido introduciendo múltiples modificaciones y cambios paradigmáticos en las hojas que manejamos cotidianamente. El papel de piedra lleva algún tiempo ya entre nosotros.

Papel de piedra
Libreta hecha con papel de piedra

En nuestra época de industrialización el papel común que obtenemos en el día a día no está hecho utilizando procesos de depuración sobre materias primas como el arroz, el algodón o el cáñamo. Este arte tradicional del papel frente al papiro, como sabemos, nace de China y de ahí se expande por el resto del continente asiático, de donde pasaría al mundo árabe y de ahí a lo que hoy en día es España. Un camino que se inició en el siglo II a.C. y que entró en Europa en el siglo X.

En la fabricación industrial del papel se utilizan multitud de productos y procesos que resultan en una pasta de celulosa que nos da diferentes grados de calidad y durabilidad. No es lo mismo el papel (y los procesos de impresión) que se aplican en un libro de tapa dura que cuesta 20 euros que en una edición de bolsillo de 7 euros. Tampoco es lo mismo comprar papel de 100gr para imprimir en casa que ir a hacer fotocopias y que el papel sea casi transparente o parezca casi papel de estraza. Un veterano dependiente de papelería o un impresor podrían, sin duda alguna, ilustrarnos ampliamente sobre los pros y los contras de cada uno de los tipos de papel que hay en el mercado.

Lo que llama la atención del papel de piedra es que no se trata de una evolución de los procesos de fabricación por obtención y manipulación de pulpa de celulosa, sino de dar un paso lateral para abandonar el origen vegetal del material. Tampoco implica regresar a la piel, al pergamino; es un salto atrás más fuerte todavía: nos devuelve a la losa. En esta ocasión, sin embargo, no la cincelamos, sino que deslizamos nuestros instrumentos de tinta o grafito sobre esta nueva piedra de escritura.

Se empezó a hablar del material en el año 2010, y su comercialización hace ya tiempo que es una realidad. Podemos encontrarlo en papelerías (aunque no en todas), en libretas, y sus ventajas son ampliamente comentadas, como el hecho de que no se prende fuego o que si se moja no se daña ni se deteriora lo escrito (si escribimos en gel -bolígrafo estándar, como un Bic-, por ejemplo; no sucede lo mismo con tinta acuosa como la que se usa en pluma). Es, por tanto, uno de los papeles más resistentes que se pueden encontrar y aunque su coste seguramente hace que no sea practicable ofrecer libros en este papel, no se me ocurre mejor compañero para leer en la playa. Muy por encima de cualquier libro electrónico.

Se destacaba a finales de 2010 su valor ecológico por prescindir de la materia prima en forma de árboles para pasar a un 80% de carbonato cálcico (polvo de piedra) y un 20% de diferentes resinas. Como mandan los tiempos en los que vivimos, la formulación exacta es propiedad de una empresa y tiene marca registrada: TerraSkin. Como la Coca-Cola. Por otro lado, tuvo que haber -sin duda- una inversión y una investigación que fue costeada y es legítimo que los inversores quieran recuperar el dinero -privado- invertido en desarrollar lo que, al fin y al cabo, es una tecnología. Podemos saber más sobre ella en un vídeo promocional de una de las marcas que lo comercializan:

Por supuesto, hay una terrible ironía en todo esto que sus propios fabricantes reconocen: en realidad, esto no es papel. Parece papel, tiene tacto de papel -muy suave, eso sí-, casi podría decirse que huela a papel, y se usa como el papel. Pero no lo es. He estado usando papel de piedra en las últimas semanas con una libreta que compré; en un primer momento lo hice porque respondía a otras necesidades (unas dimensiones específicas), pero tras una primera sensación táctil que te indica que, en efecto, ese papel no es papel la experiencia de escritura manual es igual cuando no superior, en función de qué estemos usando para escribir; solo pierde con la estilográfica, pues tarda un poco más en secar y si se usa plumín que no sea muy fino se nota, pero es algo que sucede también con determinados tipos de papel tradicionales que o son muy finos y no absorben la tinta o bien la absorben en exceso y pueden dificultar el deslizamiento. Nada es perfecto salvo en situaciones muy concretas; es algo que debemos recordar siempre.

Todo eso, sin embargo, da igual. Es una solución tecnológica que responde a un problema que no siempre tenemos en cuenta: la huella ecológica generada por el papel que consumimos, de la que apenas nos acordamos de refilón cuando sale el expolio del Amazonas en un noticiero. Lo hace de manera ingeniosa, con pensamiento lateral y ofreciendo un producto que, sí, es más costoso, pero casi toda tecnología lo es cuando nace. Y nos recuerda, ante todo, que incluso en lo que creemos que es lo más básico y simple hay espacio para innovar. Se diría, de hecho, que lo hay hasta para revolucionar.

2 pensamientos sobre “Papeles de piedra”

  1. Interesante conocer las bondades del papel piedra para tenerlo en cuenta como una alternativa de impresión a gran escala.

    Saludos

    Alberto

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