El precio de los productos tecnológicos se degrada a una velocidad asombrosa y hay muy pocos casos de marcas u objetos de este sector que resistan mínimamente la devaluación casi obscena del mercado. No deja de ser lógico, si tenemos en cuenta que son dispositivos que avanzan a gran velocidad en todos sus aspectos: velocidad del procesador, calidad de las pantallas, conectabilidad… Bueno, no todos, porque las baterías siguen siendo un hándicap considerable.