Metro 2033, cómo el público influyó en el desenlace

No sé si se conoce más la obra Metro 2033 por el videojuego de THQ, por el blog (desparecido ya, aunque sigue con web) o por la novela impresa. Es uno de esos casos en el que el editor, como primer filtro clasificador, falló (pues se rechazó su publicación y fue finalmente un éxito internacional en su género), y tras encontrar una vía de publicación a través de internet el público influyó de manera contundente en el producto. Su continuación, Metro 2034, se publicó también en línea, gratis, completamente abierto. Y, ¿saben? El libro se vende igual de bien.

Cuando Metro 2033 se publicó en formato blog lo hizo como una novela por entregas y no como una blogonovela, por cuestiones narratológicas, de integración de formato y texto, y objetivos artístico-literarios. Fue la respuesta natural de su autor, el ruso Dmitry Glukhovsky, ante el rechazo de las editoriales.

Metro 2033
Metro 2033, el videojuego

En su origen era una novela escrita para ser publicada en formato tradicional, como finalmente sucedió, y el primer paso lógico de este periodista políglota (entre los idiomas que domina está el español) pasaba por mandar su original a las editoriales. Sin embargo, la obra fue rechazada. Según ha trascendido a través de las explicaciones del propio autor se criticaba que era una novela con un desarrollo poco común en el que, además, el protagonista moría de imprevisto, lo que abocaba su misión al fracaso. Un anticlímax total para la narración que negaba a los lectores el proceso de catarsis que se espera de una novela que, a su vez, asienta su fuerza en la distopía dibujada en sus líneas.

Sin ninguna esperanza de comercializarla, Glukhovsky decidió publicarla en un blog, en ruso, de manera serializada, siguiendo el modelo de novelas por entregas que tan antiguo nos resulta (recordemos el tradicional folletín) y que tanto impulso ha ido ganando en la actualidad con el blog y formatos afines. Su jugueteo con el steampunk, lo distópico-fantasioso, y la ausencia de un uso del presente absoluto en la narración así como la falta de concepción avatárica autodiegética del personaje protagonista (para encontrarnos un narrador heterodiegético omnisciente) lo alejan de lo que stricto senso sería una blogonovela. En cualquier caso, funcionó, aunque como explicó el autor el proceso adaptativo tampoco fue fácil.

En una entrevista realizada por Alejandro Serrano para Fantasymundo, Glukhovsky explicaba que todo ese trabajo para conseguir llegar al público no fue en absoluto sencillo:

Me llevó tiempo y no fue fácil. “Metro 2033” se finalizó por primera vez en el 2002. Envié el borrador a seis editoriales, y muchas de ellas ni siquiera se lo leyeron. Todas rechazaron el libro. Una explicó que la novela no cuadraba con su formato habitual: el protagonista de “Metro 2033” en este primer borrador moría de repente sin completar su misión. Volviendo la vista atrás, creo que era una brillante idea.

Entonces decidí publicarla por mi mismo; así que, en 2002, diseñé y puse en marcha una web dedicada a la novela, que está aún disponible aquí [el enlace ya no funciona]. Conseguí un par de enlaces hacia ella de foros de fans de la ciencia ficción y comencé a publicitarla. Durante los próximos dos años, hubo miles de lectores. Y comenzaron a empujarme a revivir al protagonista, Artyon, y a continuar el libro. Así que lo hice.

El blog es, por tanto, el mecanismo por el que adquiere popularidad. Y quizás el editor que apuntó al abrupto desarrollo que implicaba la muerte del protagonista tenía razón: al público no le gustaba, pero en este caso Glukhovsky decidió rectificar ante la presión fan y obtener un producto comercialmente más viable. Se podría criticar, por supuesto, que no se mantuvo fiel a su idea primigenia. Sherlock Holmes resucitó también.

Indirectamente, a través de sus comentarios y opiniones sobre el desarrollo de la historia los lectores-visitantes de la novela se convierten en lectoautores, esto es, responsables de las alteraciones que introduce el autor unitario a través de sus reacciones. Consiguen que Glukhovsky modifique el desenlace, resucite al protagonista, y continúe con su aventura, tal y como podía suceder en las novelas folletinescas, aunque con la superior inmediatez y el trato directo que suponen los medios de comunicación digital.

Expande la novela e introduce en ella elementos hipermedia que hacen que la novela se amolde mejor al ambiente digital. Es una novela que se sabe inmigrante en la digitalidad pero poseedora de plenos derechos para situarse junto a las nativas. El autor lo explica así, en la misma entrevista antes citada:

No pude cambiar el final, y tuve que añadir 8 capítulos. Creí que podría ser una buena idea hacer que la web fuese más interactiva. Así que en 2004, subí una nueva web, en la que publicaba los nuevos capítulos según los finalizaba, uno a uno, transformando al libro en una serie, un drama en internet. Los lectores podían sugerir líneas de la trama, hacer pronósticos de la evolución de los personajes y criticarme. El libro se hizo interactivo.

Así, esta novela adquirió unos rasgos superficiales pero irrefutables de hiperficción colectiva: la influencia y respuesta inmediata de los lectores convirtieron la narración originaria en un espectáculo en marcha que se desarrolla paulatinamente. Su éxito, en última instancia, fue tal que las editoriales sí se decidieron a publicarla, lo mismo que sucedió (aunque seguro que de forma mucho menos traumática) con Metro 2034. Ambas novelas están traducidas al español, así que les invito a darles una oportunidad.

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