Falsa literatura en la publicidad

El tema de la mentira en la literatura ha sido desde antiguo uno de los clásicos más celebrados por los amantes del negro sobre blanco.

Vivimos un momento extraordinariamente propenso a inverosimilitud, no solo literaria, desgraciadamente. El fenómeno fake campa a sus anchas y de manera imparable, me temo, en parte gracias a la desinformación que circula por el ciberespacio y también, por el poco interés que genera la «verdad» en términos de propiedad intelectual (que no genere pasta o que no nos la saque).

En una entrada de la semana pasada trataba el tema de la mala publicidad que destroza textos literarios. Hoy os presente otra variantes: la publicidad que vende literatura de autores que no han escrito los textos que se les atribuyen.

Voy a tratar el caso de dos anuncios en concreto, por el uso fragante de memes de internet, que muchas veces viene dado para iluminación de quinceañer@s empeñados en elevar a la categoría de sublime literatura mensajes de autoayuda (que pueden o no serlo, ahí no me meto) por medio de la auctoritas (sea implícita o no).

El primer caso sería este de ACTIMEL, que no cita al autor y que además transforma al final libremente el texto, un poema que circula por internet atribuido, falsamente a Borges (basta con leer un poco a Borges, más allá del título y de la contraportada de sus obras, quiero decir, para despejar dudas). Por supuesto, aquí no indagamos en la ética de hacerlo o no, simplemente  lo traigo a colación como curiosidad, ya que es muy interesante observar los comentarios de la red YouTube, en la que los usuarios reconocen el poema y alaban al gran maestro argentino. Indudablente el uso de esta pieza se ha hecho con inteligencia, siendo consciente del impacto que iba a causar en el espectador.

El texto en cuestión dice así

Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años…
y sé que me estoy muriendo.

El otro anuncio que os propongo es uno de MERCEDES que se basa en un texto famoso que circula hace más de una década por internet y que no es de Quino, lo cual no quita méritos tampoco al anuncio ni al autor del texto, que, por cierto, a mí me encanta. Se trata de una adaptación en la que no se menciona tampoco la pertenencia al autor, pero que, al ser un texto viral es fácilmente reconocible por los espectadores. Después de leer los comentarios vemos cómo se mezclan, incluso, los que se dividen entre que la autoría es de Quino y los que opinan que el anuncio ha copiado su estructura de la película: «El curioso caso de Benjamin Button». A mí me parece sencillamente genial la forma en que el anuncio alimenta los comentarios, vitalizando ya lo que está de sobra viralizado.

El texto original, por si lo queréis es este:

Pienso que la forma en la que la vida fluye está mal. Debería ser al revés: Uno debería morir primero para salir de eso de una vez. Luego, vivir en un asilo de ancianos hasta que te saquen cuando ya no eres tan viejo para estar ahí. Entonces empiezas a trabajar, trabajar por cuarenta años hasta que eres lo suficientemente joven para disfrutar de tu jubilación. Luego fiestas, parrandas, drogas, alcohol. Diversión, amantes, novios, novias, todo, hasta que estás listo para entrar a la secundaria… Después pasas a la primaria, y eres un niño (a) que se la pasa jugando sin responsabilidades de ningún tipo… Luego pasas a ser un bebé, y vas de nuevo al vientre materno, y ahí pasas los mejores y últimos 9 meses de tu vida flotando en un líquido tibio, hasta que tu vida se apaga en un tremendo orgasmo. ¡Eso sí es vida!

Como comentaba al principio y el otro día, este recurso del usar textos literarios poniendo publicidad de fondo es muy productivo a nivel intertextual, además de que sugiere un cierto diálogo a través de chats y redes que hacen que el texto traspase fronteras digitales pululando sine die por el ciberespacio.

La calidad de los textos, es otro tema, que quizás ni importe en sí mismo.

 

 

 

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